27.- Asistencia

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Japón

Las llamadas se habían vuelto un sufrimiento constante para Sisa y Miranda, cuando los de Callaghan llamaban era un volado, a veces parecía que avanzaban y estaban a punto de obtener el resultado que ellas anhelaban.

Pero últimamente todo había ido cuesta abajo, el maldito de Prescott no le daba tregua y nunca podían ponerse de acuerdo, él principalmente utilizó toda clase de trucos para evitar que ella viera a su hijo.

Al principio parecía que conseguirían un acuerdo en el que compartirían la custodia, pero el abogado siempre repelaba de algunas cláusulas.

Ya habían puesto en tela de juicio la capacidad de ella para ser responsable del niño, ellos tuvieron que mostrar todos los avances.

Por último, estaban esperando a que la corte llamara a Elliot para que él diera testimonio de lo que era su vida a lado de ambos padres, puesto que ya lo había experimentado, y más importante aún que dijera si tenía alguna preferencia por vivir con alguno de ellos.

Por lo que esta vez cuando Erik Callaghan le dijo que Prescott pedía hablar con ella, se sintió totalmente vencida, porque aparte el abogado le hizo saber lo precario de su situación.

Sisa al colgar la llamada, estaba furiosa, Miranda ya no sabía ni qué hacer, desde hace mucho ya no tenía más palabras de disculpa para con su amiga, porque ella cometió un error terrible que las puso en esa situación.

Los minutos que a continuación siguieron fueron de absoluto silencio entre esas dos mujeres, se miraron una a la otra sin siquiera percibirse.

—¿Lo llamarás? —la cuestiono Miranda.

—¿Crees que sea buena idea? —Sisa contesto con otra pregunta.

—Cualquier cosa que pase, ¿no puede ponerse peor... verdad? —Miranda tenía esperanzas de que al menos ya no podían enfrentar peor situación que la que se desarrollaba.

Con más preguntas que respuestas, ellas charlaron por un largo rato, intentando predecir sobre lo que Prescott quería discutir con Sisa.

Todo ello con el ánimo de prepararse mentalmente para responder o contraatacar, considero incluso rogarle.

...

Al día siguiente ella visitaría a la psicóloga y terapeuta, que se conjuntarían para determinar los siguientes cursos que debía llevar a cabo para continuar con su reacondicionamiento conductual.

Fue allí que le contó a ambas lo que sucedía con respecto a su hijo y la batalla legal, ellas le dieron puntos de vista objetivos, que ella jamás consideró, como el hecho de que Prescott se había perdido varias etapas importantes de Elliot.

También el hecho de que ella misma sabía que no era apta para hacerse cargo del niño, de no tener a Miranda y de que aquel pequeño fuera autosuficiente, bueno, casi que le dijeron que el sistema le hubiera quitado a Elliot hace mucho.

La animaron a comunicarse con el padre de su hijo, con la mejor disposición de llegar a un acuerdo sin animadversiones, que solo los llevaría a pelear y no sacarían nada productivo.

Sisa salió convencida de que eso sería una buena ruta a seguir, con el mejor humor y dispuesta a entablar comunicación con Prescott, pero conforme llegaba el momento de hacer esa llamada se le olvidó todo el sermón que le habían dado.

Al fin tomo el celular y busco en los contactos el nombre de Prescott, ya que Callaghan le había pasado la información.

Uno, dos, tres timbrazos y escucho su voz, solo que ella no estaba preparada, su corazón estaba acelerado, ¿y si cometía un error? ¿Y si lo hacía enojar? Con el celular fuertemente apretado a su pecho, respiro profundamente.

Mientras Prescott espero en la línea, —¿¡bueno!? Sisa... ¿Está todo bien? —para él fue claro el sonido de la respiración de ella, por lo que le dio oportunidad de que se recompusiera.

—Sí, lo siento, estoy nerviosa. No quiero estropearlo y perder definitivamente a mi niño. —Sisa estaba siendo completamente sincera, esa era ella, no podía mentir, no veía la razón de hacer tal cosa.

—Descuida, me alegra que al fin me llamaras. —Prescott no era de piedra y tenía una buena idea de lo que ella estaría pensando.

—Bueno, supongo que tienes algo importante que decirme, además yo... —no termino lo que diría por qué aún no sabía cuál era el tema y que ella empezara desde un principio a pedir cosas, no la llevarían a nada, o eso creyó.

—¡Necesito que hagas algo por mí! —pidió Prescott.

—¡Yo...! ¿Qué podría hacer por ti? —Sisa se sintió pequeña ante él, porque en su opinión, con su inteligencia y el dinero que poseía, no debería tener problemas con nada.

—Es algo que no puedo revelarte por teléfono, pero te aseguro que si puedes asistirme y completar el objetivo, nunca más tendremos que enfrentarnos por la custodia de Elliot.

Sisa se tapó la boca para no gritar de la emoción, parecía que había una forma de regresar a su normalidad y volver a ver a su hijo.

Hubo una pausa en la que Prescott tenía una enorme sonrisa, se sintió como un demonio intentando obtener el alma de una inocente.

La emoción se diluyo cuando Sisa considero las cosas, Prescott estaba dispuesto a olvidar la batalla legal, ¿qué sería lo que quería de ella?

—Necesito saber si no es una trampa, ¿es algo que yo pueda resolver? ¿O solo una tarea imposible? Y solo planeas divertirte con mis intentos fútiles.

—Yo más que nadie deseo que seas la respuesta. No es ninguna trampa, pero si deberás venir a San Francisco y mientras estés aquí podrás disfrutar de ver a tu hijo sin restricciones.

Trampa o no, Sisa debía aferrarse a cualquier oportunidad que tuviera y es que de todos los escenarios que se imaginaron junto con Miranda, este no se les ocurrió, la verdad todos iban en caminados a lo fatalista.

—Me es imposible viajar de inmediato, tengo muchas cosas que organizar...

—Tomate tu tiempo, mentiría si dijera que no me urge solucionar mi dilema, solo recuerda que de ti depende cuando vuelvas a ver a Elliot.

—¿Podrías hacer algo por mí? Detén el juicio por la custodia —le requirió Sisa.

—¡Hecho! Y para motivarte más, te diré que se puede reiniciar el proceso en cualquier momento, así que no creas, que no haré lo necesario para conseguir lo que quiero.

—Me queda claro.

Aquella llamada termina y Sisa está entre contenta y enojada, no sabe a qué se enfrentará, ni por qué Prescott cree que necesita manipularla para conseguir su ayuda.

Como fuera, ella estaría dispuesta a cualquier cosa por recuperar a su Elliot, así que debía mostrar gratitud por esa oportunidad, por la cual había estado clamando.

Lo que continuaba sería arreglar lo de su trabajo, posponer sus terapias y clases de reacondicionamiento conductual, así como sus diversas lecciones.

San Francisco

Prescott no era una persona que le gustara sacar ventaja de las personas, y él solo se había autoconvencido que esto era un ganar-ganar, para Sisa y para él.

Estuvo dispuesto a tomar el papel del villano por el bien de Sisa y Elliot, arreglarlo como personas adultas solo llevaría a decepciones y tristezas inmensas.

Él consideró la parte emocional, ¿cómo se sentiría una madre al saber que su hijo prefiere al padre? Más cuando esa madre era una que solo tenía el título, porque su comportamiento, según palabras de Elliot era el de una chiquilla.

Había otras formas, por supuesto, pero no estuvieron a su disposición y no pudo crear mejor oportunidad que esta.

El pobre Elliot no es que no amara a su madre, era simplemente la novedad que tenía con su recién adquirido núcleo familiar, la experiencia de ser tratado como un niño.

El mismo fue el incitador para que Prescott considerara ese descabellado plan, al cuestionarle reiteradamente, si no sería posible que ellos se unieran para darle una familia completa.

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