Capítulo 14. A dónde ver.

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Benjamín.

Desaparecí lo más rápido que pude, ya que sabía que Teresa podría verme y quería irme de ahí antes de que la otra chica se diera cuenta que Teresa andaba hablando sola, así que aproveché un momento en que se distrajo y me escondí. Cuando ví que estaba lo suficientemente lejos, seguí mi camino hacia la casa, o eso pretendía.

Había saltado la cerca que dividía el boulevard de la playa para esconderme, y solo había volteado la mirada hacia atrás para asegurarme que Teresa no estuviese cerca antes de salir, pero no había visto hacia adelante. La voz que me habló me hizo saltar.

—¿De quién te escondes? —era Charmeine, estaba sentada en la arena.

—De nadie.

—Jum, no parece. ¿Es que ahora los humanos pueden verte?

Me quedé en silencio, no pensaba hablar con ella. Me moví para irme y se levantó, quedando justo en frente de mí.

—Ya te había dicho antes que esa obsesión tuya por los humanos va a acabar contigo, ya te estás volviendo uno de ellos. Enfócate en tus asuntos y ya, ¿o quieres terminar como todos ellos?

A nuestro alrededor se cernía un verdadero caos, las explosiones no habían parado, se escuchaban gritos, llanto, y habían personas de todas las edades corriendo en todas las direcciones intentando resguardarse.

—¿Y tú qué dices? Eres un ángel de la armonía y estás acá sentada mientras el mundo se cae a tus espaldas. ¿A cuántos has ayudado hoy? Yo al menos me preocupo más por ellos que tú.

Al mencionar eso, me miró con odio, y quizás, muy a diferencia de lo que ella esperaba, aquel gesto me hizo sonreir. Quería, deseaba y añoraba hacerle daño, quería que me odiara tanto como yo a ella. Estaba cansado de que llegara a mi casa a hacerse la santa cada que quisiese, y esperaba que con esos comentarios sus visitas fueran desapareciendo.

—Métete en tus propios asuntos.

Luego se dió la vuelta, y cruzó la cerca que yo había cruzado minutos atrás. Yo estaba contento con su reacción, y me alegraba de haberla encontrado por casualidad. Ella ya había caminado un poco más allá, y yo crucé la cerca para irme, esperaba que no volteara y me viera. No quería que pensara que la estaba siguiendo para disculparme, así que fuí lo más sigiloso posible aunque no hacía tanta falta con todo el caos que había a mi alrededor.

Ya habían comenzado a llegar un gran grupo de ángeles, así que no me sorprendió verlos volar por el boulevard, esto pasaba en este tipo de situaciones, teníamos algunos escuadrones para casos de emergencia y ahí estaban. Los observé buscando indicios de maldad en las personas en la plaza y monitoreando desde las alturas. Me preguntaba por qué Charmeine no había alzado vuelo aún, seguía caminando lentamente a unos cuantos metros de mí.

Y a unos pocos metros más allá de ella, se encontraba Zadkiel, uno de los ángeles formadores. Supuse que al verla holgazanear la reprendería al llegar a su lado. Sin embargo, en el momento en el que Charmeine estuvo lo suficientemente cerca de él, se lanzó a sus brazos, le dió un beso cerca del cuello y me guiñó un ojo, mientras él me daba la espalda, sin saber que yo estaba ahí.

—Tan rastrera como siempre.

Alcé el vuelo inmediatamente, no podía decir que estaba molesto, realmente lo que Charmeine hiciera o dejara de hacer con otros ángeles no me importaba, quizás al viejo yo sí, pero no a esta nueva versión. Ella ya me había defraudado una vez y había sido suficiente para aprender la lección, una cara bonita no siempre trae consigo un buen corazón.

Él es un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora