Capítulo 25. La rueda de la fortuna.

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Benjamín.

Al principio, mi primera impresión había sido empujarla, alejarla de mí, y claro, expresarle toda la rabia que estaba sintiendo. Sin embargo, con el pasar de los segundos, su beso se sintió como un abrazo de un viejo amigo, tan liberador, quizás como producto de todo el cansancio que tenía. Me repudié a mí mismo por sentirme de aquella manera sabiendo que se trataba de ella, pero la sensación duró poco, ya que ese beso escondía intenciones ocultas, entre las cuales, dejarme inconsciente era la principal.

No luché, necesitaba descansar. No quería seguir imaginando aquella escena que daba vueltas por mi mente, en la que mis hermanos desaparecían para dar su vida por ella. Y por un propósito del que ellos no formaban parte. Mis padres habían sido los culpables, y aunque ellos no habían sido los fundadores de la secta, los culpaba por todo, por traerla a ella a el mundo, por formar parte de aquello, por llevarse a mis hermanos, y sobre todo, por abandonarme a mí...

Mi mente se puso en blanco, y finalmente, pude descansar.

☁️☁️☁️

Desperté por la luz, e instintivamente, giré mi vista a donde debería estar mi ventana, y abrí los ojos. Solo para darme cuenta que no me encontraba en mi casa, ni siquiera estaba en una cama. En aquel momento, mi cuerpo descansaba sobre la arena de la playa. Me sentí muy confundido, no entendía cómo había llegado ahí, y lo último que recordaba era haber visto a Teresa corriendo hacia mí en la calle. Justo antes de que el auto explotara, y las llamas me absorbieran.

«¿Cómo había llegado ahí?»

No entendía cómo había logrado escapar de aquella situación, mi cabeza daba vueltas mientras intentaba recordar, y lo único que pensaba era que le había prometido a Teresa que volvería. La necesidad de buscarla se hizo presente. Llevé mi mano al bolsillo, deseando que el mapa aún se encontrara ahí, y así fue, lo saqué y busqué su nombre.

Mi corazón dió un salto al ver su ubicación, se encontraba en un hospital. Me levanté rápidamente, sacudiéndome la arena. Y me puse en marcha, no sabía en qué situación podría encontrarse, pero necesitaba saberlo. Debía ayudarla, fuera lo que fuera. Mientras volaba, mi mente divagaba intentando adivinar por qué se encontraba ahí, y la razón para mí era más que clara, ella estaba demasiado cerca del auto antes de que explotara.

La razón por la que yo había sobrevivido no me quedaba clara. Si se hubiese tratado de una explosión normal, para mí tendría un poco más de sentido. Pero la manera en que aquellas sombras se multiplicaban, y aquello que habían hecho en el piso para que no pudiese escapar, me hacía pensar en que aquello era algo más siniestro de lo que había parecido. Sin embargo, pensaba dejar eso para después, para cuando pudiera hablarlo con Cassiel.

Por el momento, lo más importante para mí era descubrir qué había pasado con Teresa. Mientras observaba el mapa en busca de su nombre, había hecho un intento muy grande por ignorar los días de vida que le quedaban, no quería descubrir si habían disminuido.

Aunque sabía que era egoista de mi parte usar mis poderes para mis propios beneficios, no sería ni la primera, ni la última vez que lo hiciera. Decidí que debía llevar un orbe de energía conmigo. Aun si Teresa estaba bien, podría usarlo con cualquier otro paciente que estuviese cerca. Convencido de ello, me detuve sobre un tejado, observando a mi alrededor, preparado para atacar.

Al pasar de unos cuantos minutos, no se había acercado nadie bajo el edificio en que me encontraba. Me sentía frustrado, no quería perder mucho tiempo. Inmediatamente sentí la urgencia de irme de ahí. Debía ver a Teresa, lo antes posible, no podía esperar más.

Él es un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora