Capítulo 18. No estás sola.

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Teresa.

Recordar aquel día había traído de vuelta mi dolor de cabeza, y Rubí pareció notarlo, así que después de terminar de hablar del tema, decidimos que debíamos despejar la mente, y pusimos una película de hadas que nos encantaba ver juntas cuando éramos unas niñas. Estuvimos un rato comiendo galletas y disfrutando de la película, que Rubí me había obligado a ver subtitulada en vez de doblada para entender algunos chistes que se habían perdido en la traducción. Hasta que noté aquella forma tan particular que tenía ella de respirar cuando se quedaba dormida.

No quise despertarla, así que solo apagué el televisor y me levanté de la cama. Encendí el computador de nuevo, quería volver a examinar las fotos que había tomado la noche anterior. Era consciente de que había visto aquellas fotos una y otra vez, y que no había podido encontrar nada nuevo en ellas, así que se me ocurrió verlas desde la perspectiva de otra persona y entré a la página del periódico.

No sabía por qué no había visto aquel reportaje antes, me imaginaba que se debía a mis ganas de escapar de todas las noticias trágicas que se publicaban cada dos minutos en las redes. Pero viéndolo ahora, pensé en que había tenido que empezar por ahí. El encabezado decía: «Josué Vargas, un estudiante universitario de honor, encontrado sin vida frente a hospital».

Ya tenía un nombre, algo por dónde empezar a buscar, además, investigando un poco noté que el escritor no mentía. Josué era un estudiante ejemplar de la universidad Bolivariana. Entrando al sitio web de la universidad, encontré diversas fotos de él, participando en torneos estudiantiles, haciendo servicios sociales y recibiendo una gran cantidad de reconocimientos. No podía entender cómo una persona tan ejemplar terminaba sin vida frente a un hospital, y en condiciones totalmente desconocidas.

El artículo describía lo que había pasado lo mejor que podía, hablaba sobre la ráfaga de viento, incluso se podía ver el fragmento que había podido grabar en el que volaban hojas y polvo por el aire, dando paso a un cuadro enfocando el cuerpo de Josué en la acera. Continué viendo algunas fotos en el sitio de la universidad, sentía que debía indagar más. Y justo en ese momento, un correo entrante me alertó.

El correo era de Danny, me avisaba sobre un encargo esa noche junto al boulevard. Habían demasiadas cosas extrañas en ese encargo, la manera en la que estaba redactado parecía demasiado profesional, incluía la ubicación exacta en la que debía estar, junto con la hora y fecha. Además, incluía placas y descripción de un auto que pasaría a recogerme, lo cual me pareció aún más raro, ya que había un toque de queda.

Más abajo en el correo, Danny me explicaba que como trabajábamos para un periódico y nuestro deber era mantener informadas a las personas sobre la situación en que vivíamos, teníamos permiso para transitar siempre y cuando estuviésemos trabajando. Era algo que yo nunca había escuchado, pero preferí creerle cuando llegué al final del correo, el cual indicaba el monto a pagar por aquel encargo.

Eran quinientos dólares, más de lo que podría ganar trabajando por dos meses (y sin comer). Lo medité durante unos segundos, dándole vueltas al contenido del correo una y otra vez, hasta que finalmente decidí que merecía la pena. Ya encontraría una forma de escaparme de casa. Al darle click en aceptar, el evento quedó marcado en mi calendario de Google en mi teléfono, recordándome cuánto tiempo tenía para estar lista, en el lugar de recogida.

Escuché cómo tocaban la puerta, y eso me sobresaltó. Mamá entró al cuarto y al notar que Rubí estaba dormida, se llevó un dedo a la boca, en señal de silencio. Y habló bajito.

—La cena está lista —susurró.

Yo asentí y apagué el computador para seguirla a la cocina. Un olor dulzón impregnaba la casa, y cuando me senté en la mesa, me puso un plato lleno de panqueques en frente, un pequeño tazón con queso rallado, y una barra de mantequilla. Se me hizo agua la boca mientras distribuía la mantequilla y queso sobre los panqueques. Ella me comenzó a contar sobre cómo había empezado todo el caos desde su trabajo.

Él es un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora