Capítulo 30. Reencuentro.

8 2 1
                                    

Cassiel

Sentía la amenaza venir de todos lados, Benjamín y yo habíamos permanecido bajo aquellos escombros durante un buen rato, mientras esperábamos que la última de aquellas sombras oscuras se alejara, junto con Charmeine. Cuando nos habíamos asegurado de que todos se habían ido, nos escabullimos entre arbustos y edificios, hasta alejarnos lo suficiente de ahí y poder emprender vuelo nuevamente.

—¿A dónde vamos? —me había preguntado Benji.

—Por ahora, a casa. Necesito cocinar, tengo que descubrir qué va a pasar ahora.

Mis pensamientos iban a mil mientras volábamos, imaginaba cada una de las posibilidades y eso me ponía aún más ansioso de llegar a casa y descubrir cuáles serían las más acertadas. Ambos descendimos junto al edificio, y subimos las escaleras. Mientras abría la puerta, sentí que me tocaban el hombro, era Benjamín, que quería dirigir mi mirada a algo que estaba viendo, al otro lado de la calle.

—¿Esa chica no es..?

Cuando la ví, a pesar de la distancia pude reconocerla de inmediato. Iba vestida de pijama y temblaba por el frío de la brisa. Era Rubí, la prima de Teresa. Ella nos estaba dirigiendo la mirada, y entendí que temía acercarse a nosotros directamente, quizás por miedo a los otros ángeles. Si había crecido conociendo todo el entorno espiritual, seguro habían cosas a las que les tenía miedo.

—Sube. Iré con ella —le pedí a Benjamín.

Él asintió y abrió la puerta, dirigiéndose a nuestro apartamento.

Yo crucé la calle mientras rebuscaba en mi bolsillo, tratando de encontrar uno de aquellos dulces que le había entregado a Teresa antes. Me sentí mal al ver a Rubí tan indefensa en la calle, me imaginaba cómo había llegado hasta ahí, y quería ayudarla a cubrirse un poco, pero mi chaqueta estaba demasiado llena de polvo por los escombros como para dársela. Cuando llegué a su lado, ella observó hacia ambos lados antes de hablar.

—Hablé con Teresa, van a sacrificarla el día de la virgen del Valle, y falta una semana para eso.

Me sorprendió que confirmara justo lo que habíamos deducido de las palabras de Charmeine hacia sus subordinados. Pero lo que más me inquietaba era cómo había podido comunicarse con Teresa, temí que fuese una trampa.

—Fue exactamente lo que escuchamos —comenté, intentando mantener un tono de voz neutro.

—Bien, ella me contó que...

Rubí había dejado de hablar en el momento en que se dió cuenta q deue una señora acababa de cruzar la calle y caminaba por la acera en que nos encontrábamos. La señora no podría verme, así que desde su perspectiva, sólo vería a una muchacha de pie, sola, frente a un basurero. Rubí fijó su mirada en sus pies, intentando no hacer contacto visual con la señora.

—Buenas tardes —le dijo, cuando pasó a su lado.

La señora le devolvió el saludo y siguió su camino. Durante unos pasos, Rubí volvió a conectar su mirada con la mía, sin decir ni una palabra, se veía nerviosa. Aquella señora ya se encontraba un poco lejos cuando de repente, paró de caminar y dió la vuelta.

—¡Oye! ¿Esa no es una pijama de hospital?

La señora caminaba más rápido hacia Rubí, que me observaba sin saber qué hacer. En ese momento, saqué el dulce de mi bolsillo. Sería arriesgado, pero era lo único que podíamos hacer.

—Come esto.

Se lo dí y ella se lo tragó, en cuestión de segundos, desapareció a la vista de aquella señora, que casi se desmaya. Ambos la observamos ponerse las manos en la cabeza y mirar en todas las direcciones mientras intentaba descifrar qué había pasado.

Él es un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora