Capítulo 5. Falso alivio.

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Teresa.


Casi me muero de la vergüenza cuando Danny, el chico del periódico, me habló. Él pareció notar que me había confundido de persona y muy amablemente se presentó, siguiendo con la conversación, como si nada hubiese pasado. Lo cual agradecí grandemente.

Después de hablarle un poco sobre mí, y responder a algunas de sus preguntas. Me comentó que el personal del periódico estaba muy impresionado con mis fotos, me agradecí mentalmente por haber hecho una buena elección en las muestras que les envié.

La entrevista iba de maravilla, Danny me hablaba animadamente, haciéndome olvidar los nervios que sentía al inicio. De fondo, la madre de Diana levantaba su pulgar en señal de apoyo siempre que yo daba alguna respuesta.

—Muy bien, señorita Teresa —me dijo Danny—. Creo que ya estamos listos. Felicidades, usted es nuestra nueva fotógrafa.

Mis ojos se aguaron de la emoción y cubrí mi boca con la mano por el asombro. Lo había logrado, estaba muy feliz. Respiré profundo, intentando mostrarme igual de profesional que antes.

—¡Muchas gracias! —le respondí—. De verdad se lo agradezco.

—Y nosotros a ti —agregó él—. Realmente necesitábamos a alguien que cubriera este caso, estamos muy atrasados. Empiezas esta noche.

Sentí mi cuerpo helarse.

—Disculpe, ¿esta noche? —le pregunté, esperando que me dijera que se trataba de un error.

—Sí, necesitamos cubrir el caso de las múltiples muertes frente a hospitales. Gracias a Dios apareciste, no muchas personas se postulan a turnos de noche últimamente.

Y no era de extrañarse, la delincuencia en la isla había incrementado muchísimo y no era seguro salir de noche. No podía creer el lío en que me había metido. Y no me imaginaba cómo iba a decirle a mi madre.

No había notado que no le había dado una respuesta a Danny, había estado hundida en mis pensamientos y para cuando pude reaccionar, él continuó hablando.

—Disculpa, ya tengo que colgar. Hay algunos asuntos que debo atender, te enviaré un correo con la información de tu caso de esta noche en una hora. ¡Mucha suerte!

Dicho eso, colgó la llamada. Dejándome llena de dudas. Me dolía la cabeza de solo pensar en que debía salir esa noche, tenía mucho miedo. Inmediatamente, llegó a mí el recuerdo de las noticias que veía todas las mañanas en mi Instagram. Y quise huir.

—Te fue muy bien.

Era mi vecina, la madre de Diana. Aún seguía ahí conmigo, intenté mostrarme amable con ella por su apoyo durante la llamada, realmente lo valoraba, pero no iba a mencionarle que había obtenido el trabajo, estaba segura de que ella no había podido entender el contexto de mis últimas frases.

—Muchas gracias, espero obtener el trabajo.

En ese momento, escuchamos las risas de una pequeña que se acercaba a nosotras. Se trataba de Diana, que venía caminando por la arena, acompañada de mi madre.

—¡Mami! ¡Mami! —saludaba la niña.

—Hola, mi princesa. ¿Cómo estás?

—La pasamos muy bien, pero parece que tiene hambre —respondió mi madre en su lugar.

Diana asintió una y otra vez, dándole la razón a mi madre. Su madre tomó su cartera y sacó una toalla. Mientras la secaba, le agradeció a mi madre por cuidar de su hija.

Él es un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora