Capítulo seis

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El resto de los días de entrenamiento paseo junto a Caleb por las estaciones. Hay una que me llama la atención: combate cuerpo a cuerpo. Como nunca lo he hecho decido meterme. Al principio estoy un poco confundido con toda la información que da el instructor. Pero descubro que no se me da tan mal como creí. Caleb lo intenta, aunque con verlo no parece que pueda defenderse de alguien como Bastian.

Los tres días de entrenamiento veo a los Vigilantes con sus túnicas moradas en las gradas ya sea tomando notas o comiendo de su banquete siempre lleno. Esos doce serán los encargados de hacerme la vida imposible durante los juegos. Lo sé porque mientras veía las repeticiones de las cosechas los comentaristas no dejaban de hablar de que me había presentado voluntario. Incluso llegaron a apodarme «el héroe de la cosecha».

Siempre buscan contar una historia más allá de un montón de niños matándose por culpa de los Días Oscuros. Durante los juegos de Johanna fue la historia de una chica inocente y llorona convirtiéndose en una asesina despiadada. No me siento tranquilo cuando veo que algunos Vigilantes me miran y toman notas más que a otros tributos.

Durante la hora de comida del tercer día nos llaman para nuestras sesiones con los Vigilantes. Johanna me dijo que mi idea de usar el hacha era buena, pero debía meter algo como acrobacias. Nos llaman por orden de distrito. Cuando uno se va ya no regresa.

Sara está sentada junto a mí notablemente nerviosa. No deja de mover la pierna mientras se restriega las manos sobre la tela de sus pantalones.

—Lo vas a hacer bien —le digo en voz baja.

—Lo dices por lástima.

—No es cierto. —No me esperaba eso.

—Vamos, tú eres mucho más grande y fuerte. Seguro logras impresionarlos.

—Pero tú eres mucho más ágil y rápida que yo. Puedes escabullirte fácilmente.

—Tú manejas las armas mejor. El hacha la dominas, eres leñador.

—¿Y tú?

—Mi familia hace papel. No voy a matar gente con un cuaderno.

No sé qué decir, lo que dice Sara es cierto. A pesar de ser pequeña si la atrapan está perdida. No logro encontrar palabras para animarla, así que decido quedarme callado. Llaman al chico del Distrito 6. Falta menos para que sea mi turno.

Me pregunto qué va a hacer Caleb. Durante los entrenamientos noté que se le daban bien las trampas pequeñas gracias a sus manos delgadas. Tal vez pueda tener una nota decente por habilidades para sobrevivir.

Escucho mi nombre y me levanto.

—Buena suerte —le digo a Sara antes de entrar al gimnasio.

Los Vigilantes están comiendo de su banquete y riendo. A pesar de eso no parecen estar borrachos aún. Tengo suerte de estar en medio de las exhibiciones.

Los Vigilantes se sientan bien y me miran. Lo tomo como indicación de que puedo comenzar. Me acerco a las armas sin dudarlo. Encuentro las hachas. Hay pequeñas para lanzar, pero me decido por una grande que pesa lo mismo que las que uso. Es plateada y está bien afilada.

Me dirijo a los muñecos de entrenamiento y me preparo. Me concentro y actúo: corro hacia los muñecos y los ataco. Corto brazos, piernas y hasta cabezas sin problema. Ruedo por el suelo mientras ataco a mis objetivos, dejo clavada el hacha en el pecho de un muñeco en el suelo y hasta doy una voltereta para cerrar.

Los Vigilantes toman sus notas y me dejan ir. Salgo del gimnasio y subo al piso siete. Irma es la primera en saludarme y preguntarme cómo me fue. Cuento lo que hice y lo que hicieron los Vigilantes.

El Susurrador | En hiatusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora