Capítulo tres

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—Deben tener hambre —dice Irma mientras nos lleva al vagón del comedor—. Ahora podrán conocer a sus mentores.

En la mesa están sentados Blight y Johanna riendo. Irma nos dice que nos sentemos y sirven la comida: filete de pescado con salsa de manzana y puré de papas.

He comido pescado pocas veces, recuerdo que lo probé la tarde de mi primera cosecha. Sin esperar a que Irma diga algo más comienzo a comer. Ella me lanza una mirada severa y empieza a hablar:

—Bien, les presento a sus mentores: Johanna y Blight.

—Gusto en conocerlos, chicos —saluda Blight.

Johanna saluda con un gesto de la cabeza y come.

Bueno, ya los conozco, ahora toca saber quién será mi mentor. Casi siempre el vencedor masculino es mentor del tributo masculino, y lo mismo con las chicas. Las reglas sobre quién es mentor de quién no son muy estrictas.

—Bien —dice Johanna con la boca llena de puré—. Yo seré tu mentora, chico.

Este es el segundo año de Johanna siendo mentora, y me eligió a mí. No sé cómo tomar esto. Su estrategia en sus juegos fue perfecta, pero no sé qué tal vaya a ser con los patrocinadores. El año pasado nuestros tributos no recibieron un solo regalo de los patrocinadores y murieron por los profesionales.

Blight anuncia que será mentor de Sara y dice que comenzaremos a hablar luego de comer. Entonces, me enfoco en mi plato y lo termino. Se lo llevan y traen el postre: pai de manzana.

Es muy raro que coma postre, no estoy acostumbrado a comer después de comer. El sabor es tan delicioso que me termino mi porción del pai. Debo ganar unos cuantos kilos antes de los juegos. Veo que Sara se toma su tiempo para pasar los bocados, incluso noto cómo le cuesta tragar.

No sé si deba decirle algo. En unos cuantos días vamos a estar en una arena gigante donde cualquiera terminará muerto. Es pequeña y su cuerpo es esquelético. No quiero matarla yo, pero tampoco quiero ver cómo otro tributo le rompe el cráneo.

Ahora mismo no tengo idea de qué carajo hacer. ¿Voy a matar a alguien? Sé que puedo tener un poco de ventaja con las hachas.

Desde que empecé a trabajar con mi papá gané algo de músculo. He visto que las hachas que ponen en la cornucopia no son como las nuestras. Esas hachas suelen ser livianas, muy filosas y cortan el aire al moverse. Sé manejar las hachas pesadas, si tengo suerte de conseguir una puedo hacer algo.

Mi papá me enseñó lo que podía sobre manejar las hachas. Cerca de la casa hay un árbol lleno de cortes. Era ahí donde a veces entrenaba, por si algún día me tocaba ir a los juegos.

Bien, ahora estoy en un tren lujoso y lleno de comida en camino al Capitolio. Irma nos dice que llegando conoceremos a nuestro equipo de preparación y nuestros estilistas para el desfile.

Recuerdo que un año pusieron a los tributos desnudos y pintados como si fueran árboles. Imagino que fue algo humillante para ellos, y más porque no tuvieron patrocinadores.

Cuando todos terminamos de comer Irma nos dice a Sara y a mí que podemos hablar con nuestros mentores. Johanna se levanta de la mesa y camina hacia el siguiente vagón. Blight comienza a hablarle a Sara, lo tomo como una seña de que debo seguirla y voy hacia el vagón. Tiene una gran y acolchada sala de estar y un televisor. Johanna se sienta en un sillón individual y yo frente a ella en uno igual.

—Bien —dice—. ¿Quién eres?

¿Qué clase de pregunta es esa? Quiero que me ayude a no morir en los juegos.

—Soy Logan —respondo sin más.

—Eso ya lo sé —responde imitando mi voz—. Eso me quedó muy claro en el show de la cosecha.

—Eso no fue ningún show. —Estoy empezando a enojarme—. Él es el hermano de mi mejor amigo, y no podía dejar que fuera a los juegos.

—Apuesto que en el Capitolio están encantados con lo que hiciste. Esto es un espectáculo para ellos. Les emociona cuando en los distritos más pobres hay voluntarios. Así que, si quieres tener una oportunidad de ganar, debes aceptar cómo es el Capitolio.

—No quiero hacerlo.

—Y por eso te elegí. Me gusta tu actitud. Además, no sé si hubiera tenido paciencia con esa llorona.

—¿Qué vamos a hacer?

—Eres guapo, puedo conseguirte algunos patrocinadores que no quieran ver tu cabeza rodando por ahí en la arena.

—Algo es algo.

—¿Sabes algo de combate?

Le cuento lo que sé del hacha y un cuchillo que me regaló mi papá en mi último cumpleaños, no sé manejarlo muy bien, pero por lo menos podré defenderme un poco.

—Con eso basta —dice Johanna—. Ahora quiero que cuando estés en los entrenamientos no practiques con eso. Ve a algo que no llame la atención como trampas, fogatas o cosas así.

Seguimos hablando y veo que nos entendemos más de lo que creí. Se nota que aprendió mucho en sus juegos y parece querer ayudarme de verdad.

Cuando es la hora de la cena nos volvemos a reunir todos en el comedor. Veo que Sara está más tranquila, imagino que Blight la calmó. En el fondo me siento mal por ella, y más por no decirle nada. Vamos, no le he hablado en ningún momento.

Irma nos sigue diciendo lo que debemos hacer. Hasta se sabe el itinerario de memoria y nos lo recita una y otra vez para que nos quede claro. Quiere que terminando de cenar nos metamos a bañar y luego a dormir, por la mañana llegaremos al Capitolio y nos recibirán para prepararnos para el desfile.

Termino mi plato de fideos y voy a mi cuarto. Está en un vagón al fondo del pasillo junto al cuarto de Sara. Es mucho más grande que el mío en mi casa. Tiene una cama enorme donde quepo sin que se salgan mis pies. Echo un vistazo al clóset y me encuentro con un montón de ropa que nunca creí tener para mí.

Me quito la ropa y dejo con cuidado el collar sobre la cama. Me meto al baño y presiono los botones hasta tener agua a mi gusto. Me enjabono y me tallo el cuerpo. Ahora solo quiero relajarme lo más que pueda y ponerme a dormir, mañana pasarán muchas cosas.

Salgo del baño y me pongo un bóxer, recupero de la cama el collar y me lo pongo. Me quedo sentado un rato en la cama hasta que decido meterme debajo de las suaves y cómodas sábanas. Esta cama es tan suave que me quedo dormido en poco tiempo.

El Susurrador | En hiatusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora