«Sigue dándome cierto miedo estar solo en el bosque. Pero prefiero morir por el Susurrador antes que en los Juegos».
Logan vive en el Distrito 7. Al igual que los demás chicos del Distrito, no le agrada la idea de los Juegos del Hambre. Cuando llega...
Ni siquiera tengo la cuenta de cuántos días llevo en la arena, ¿ya se cumplió una semana? No lo sé.
Hace unas horas murió Caleb.
Llegado a este punto no tengo idea de lo que debería estar sintiendo en estos momentos. Solo quedamos seis y la competencia se hace cada vez más difícil.
¿Estoy enojado? Sí.
¿Estoy frustrado? Sí.
¿Estoy emocionado por poder ganar? Mucho.
¿Estoy triste? No sé cómo responder a eso.
Caleb fue el único en toda esta mierda en quien realmente confié, ahora que solo quedamos los profesionales y yo, no hay forma de que ese vínculo se repita. Por más que quiero evitarlo, no dejo de pensar en su familia. Pienso en lo que estará sintiendo su madre: tener una esperanza de que su hijo pudiera ganar, y después ver cómo lo torturan hasta matarlo, mientras se ríen de su miedo.
Pienso en Edan, su hermano; aunque no haya razón para hacerlo, pienso en lo que él debe estar sintiendo como su hermano mayor. Supongo que es algo similar a lo que sentí cuando Bruno salió seleccionado y yo me ofrecí a que me metieran aquí.
Le prometí que ganaría por él y lo pienso cumplir; pero hay otra cosa que quiero prometerle, aunque esté muerto: voy a vengarlo.
Yo mismo me voy a encargar de que Bastian tenga una muerte dolorosa y agónica, es lo mínimo que puedo hacer después de abandonarlo.
¿Fue eso lo que hice?
¿Lo abandoné?
Tengo que ser sincero conmigo mismo: eso que hice fue abandono por donde lo vea. Lo dejé sin siquiera intentar sacarlo de ahí.
También es cierto que no tenía opción alguna si lo que quería era sobrevivir. Si no tuviera instinto de supervivencia fácilmente pude haberme metido para intentar salvarlo, matándonos a ambos en el proceso.
No podía hacer nada y tengo que vivir con eso. Tengo que salir adelante sabiendo que dejé morir a lo más cercano a un amigo en la arena.
El resto del día camino más y más, acercándome peligrosamente a la Cornucopia. La ciudad es enorme, más grande de lo que creía estando en el bosque. Debo ser de los pocos tributos que permanecieron la mayor parte de los juegos fuera de la ciudad.
Solo quedamos seis: cinco profesionales y yo. El reto está por venir y debo estar preparado.
A medida que avanzo me voy deteniendo para dejar trampas para humanos, aún tengo comida suficiente para un par de días.
Coloco trampas que pueden levantar gente casi del tamaño de Bastian, trampas de dardos, y otras cosas sádicas que aprendí en los entrenamientos. Incluso para esto el Capitolio se preocupa por que los niños tengan un buen entrenamiento para dar un buen papel en los juegos del Hambre.
Cada vez más cerca de terminar con esta mierda, cada vez más cerca de volver a casa.
Claro que puedo ganar, es algo que me he propuesto desde el segundo en que me ofrecí voluntario y logré sobrevivir hasta este punto.
No voy a decepcionarme a mí mismo, ni a Caleb ni Anton.
Debo hacer algo, y será ahora: me prometo ganar los Juegos del Hambre. Tengo que salir de aquí a como dé lugar.
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