CAPÍTULO 16

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Kari baila al ritmo de la música que sale por los altavoces con una copa en la mano. Estamos en un yate privado que hemos alquilado para un par de días, hasta que llegue Tina y podamos librarnos del capitán —ni Kari ni yo tenemos el carné, pero ella sí—.

Aunque llegamos hace unos días, no me he decidido hasta hoy para mandarle un mensaje a Dante. Mensaje que ha ignorado durante horas. Así que me siento algo digna, porque no es como si quisiera que llegase uno en este momento.

No lo espero para nada.

Giro la cabeza y me miro en el reflejo de una de las ventanas; me hice las trenzas africanas antes de volar hasta aquí, y mis orejas llevan los pendientes del pedido que hizo Kari hace semanas. Además de uno de los bikinis nuevos.

Está siendo una experiencia relajante, justo lo que necesitaba, aunque echo en falta a Tina por mucho rifirrafe que tengamos a lo largo del tiempo, ella es mi otra mejor amiga.

El teléfono vibra a mi lado y parece que me falta tiempo para agarrarlo. No es la persona que esperaba, pero una sonrisa se abre paso en mi cara.

TINITA: ¡Bombones, ya soy libre!

YO: AAAAAAAHHHHHHH, ¡POR FIN!

TINITA: Sabía que me querías.

YO: Que lo dudes no lo demuestra….

TINITA: En cuanto coja el jet, os aviso. Muak.

Sonrío, aliviada por la buena noticia y, por el subidón, me uno a Kari en su baile. No dejamos de dar vueltas por la proa, haciendo el loco y sin dejar de reírnos.

No es hasta mucho rato después que veo la lucecita de mi móvil encenderse. Notificaciones nuevas.

Me acerco a la tumbona y agarro el aparato; Tina ya está viniendo en el avión. Y Dante me ha respondido.

Espero unos segundos antes de seleccionar su chat, después de lo del otro día no sé en qué términos estamos.

DANTE: Cuando me digas.

YO: Tina ya está viniendo.

Aparece en línea al segundo.

DANTE: ¿Os recogemos y vamos a por ella

al aeropuerto?

YO: ¿Tantas ganas tienes de verme?

Me sorprendo al ver lo que acabo de mandar y comenzar a sentir nervios por su falta de respuesta, no ayuda.

DANTE: Parece más bien al revés.

YO: Ok. A Martina todavía le quedan unas cuantas horas para llegar.


Ignoro su respuesta algo seca y miro a Kari que está apoyada en la barandilla del yate.

—Rubia —la llamo—, estos nos acompañan después a por Tina.

—Oh —Se gira hacia mí y se mete un mechón claro tras la oreja—, ¿vienen todos?

Elevo una ceja al escuchar su pregunta.

—Supongo —Me encojo de hombros.

Ella se ciñe a darle un sorbo a su copa ya aguada.

Me intriga ese interés que siente por el mayor de los hermanos. Y que no quiera hablar de ello, también.

—Oye… —Comienzo de nuevo—, ¿qué te parece si nos acercamos a tierra y le preparamos un regalo o algo?

El verano que fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora