VOLUMEN III

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CAPÍTULO 53


¡La directora Xu ni siquiera sabe que te has convertido en un tsunami a sus espaldas!

¡La directora Xu ni siquiera sabe que te has convertido en un tsunami a sus espaldas!

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¿Cuánto tiempo duró este beso? nadie tomó el tiempo. No fue hasta que Xiang Xi alejó lentamente sus labios que Cheng Boyan de repente se dio cuenta que de su respiración no era tranquila, los latidos de su corazón eran irregulares y sentía que le dolía un poco la espalda.

Miró los ojos oscuros de Xiang Xi y notó que su visión estaba ligeramente nublada, y suspiró en su corazón. Un beso como este, donde solo hubo un contacto de labios y sin más movimientos, logró que se sonrojara, que su corazón enloquezca y se reduzca el ritmo de la respiración...es realmente asombroso.

Un auto a su lado hizo sonar la bocina y alguien salió de la casa del té. Xiang Xi se aclaró la garganta, retrocedió dando uno o dos pasos atrás, cerró la puerta del auto y caminó por delante del auto, dando de paso dos palmadas en la parte delantera y luego abrió la puerta del copiloto y subirse al auto.

—Pensé que me ibas a volver a abofetear —Cheng Boyan miró a la persona que se acercaba para subirse a auto y se tocó la nariz.

—¿Ah? —Xiang Xi quedó atónito por un momento y luego rió: —lo olvidé.

Cuando terminó de reír, luego se quedó en silencio y giró la cabeza, para presionar su frente sobre la ventana del auto. El repentino y fuerte sentimiento de vergüenza sumamente mezclado, le hizo casi romper la ventana del auto con su cabeza.

—¿Qué quieres comer? —Cheng Boyan colocó en marcha el auto y comenzó a conducir.

Xiang Xi no dijo nada, no movió su frente contra la ventana del auto y condujo por casi diez minutos antes de volver a preguntar: —¿Qué quieres comer? ¿algo simple o una gran comida?

Xiang Xi todavía no se movía.

—Quiero comer bistec —Cheng Boyan lo miró: —¿Quieres comer?

Xiang Xi permaneció tan inmóvil como si hubiera crecido en la ventana del auto.

—¿Xiang Xi? —Cheng Boyan lo llamó, pero el todavía no se movía. Extendió la mano y presionó el botón de la ventana del copiloto.

La ventana del auto se deslizó hacia abajo y la cabeza de Xiang Xi se deslizó casi diez centímetros, antes de saltar de forma repentina. Se giró para mirarlo y hubo confusión en sus ojos.

—¿Te dormiste? —Cheng Boyan estaba un poco sorprendido.

—Ah... —Xiang Xi se frotó los ojos con confusión y luego se secó la comisura de su boca: —Al parecer...

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