| Capítulo 10 |

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Por supuesto, Cheng Boyan también afeitó su hermoso y extravagante mohicano. 

—Xiang Xi, 18 años, desempleado, gánster profesional, e inexplicablemente fue golpeado —Cheng Boyan se sentó junto a la cama, miró a Xiang Xi y habló en voz baja: —y llegó al estacionamiento del hospital, encontró el auto del doctor con que intent...

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—Xiang Xi, 18 años, desempleado, gánster profesional, e inexplicablemente fue golpeado —Cheng Boyan se sentó junto a la cama, miró a Xiang Xi y habló en voz baja: —y llegó al estacionamiento del hospital, encontró el auto del doctor con que intentó buscar problemas sin éxito, se escondió detrás de su auto y esperó a que cierta persona saliera del trabajo...¿es así?. 

—Es así —Xiang Xi arrugó la nariz, se tumbó en la cama y se retorció con dificultad: —Doctor Cheng, ¿puedes hacerme un favor...?. 

—¿Mm? —respondió Cheng Boyan. 

—Me pica la parte trasera derecha de mi espalda, ¿puedes... rascarme? —Dijo Xiang Xi con algo de vergüenza. 

—¿Tienes picazón en la parte trasera de tu pierna derecha? —Cheng Boyan miró su pierna. 

—¡Parte trasera derecha de mi espalda! ¡Tengo picazón en la parte trasera derecha de mi espalda! —Xiang Xi chasqueó la lengua: —Olvídate de mi pierna, mi pierna derecha. Doctor Cheng, ¿puedes ayudarme a rascar la parte trasera de mi pierna derecha? ¡Tengo picazón! ¡Incómodo! 

—¿Tienes picazón? —Cheng Boyan se quedó quieto y preguntó lentamente. 

—...¡Sí! —Xiang Xi colocó los ojos en blanco y lo miró. 

—Si no me dices la verdad, sobre que te pica —Cheng Boyan se reclinó en su silla, sacó su teléfono y comenzó a jugar: —Si no me dices la verdad, llamaré primero a la policía. 

Xiang Xi no sabía describir cómo se sentía, su cuerpo le dolía como el infierno, ¡sus piernas, cintura, espalda, todo le picaba! ¡Todo parecía un castigo! ¡Era tan complicado conocer a un maestro difícil como Cheng Boyan!. 

—No, Ge —Apretó los dientes: —¡Eres alguien muy recto!. 

—De ninguna manera, hay tres puntos para consideres que eres recto y uno es el sentido de justicia, que es bastante abrumador, tú tomaste mi billetera y la mostraste frente a mi en ese momento. No llamé a la policía y resultó ser un gran desafío hasta el final —Cheng Boyan miró el teléfono: —¿Ni siquiera eres capaz de notar tu propia apariencia ahora? ¿A qué juegas?. 

—Mi apariencia...¡¿Acaso estoy desconfigurado?! —Xiang Xi levantó la voz y abrió muchos los ojos. 

—¿Quieres mirar? —Cheng Boyan levantó la cabeza. 

—¡Miraré! ¿Tienes un espejo? —Xiang Xi levantó los brazos y luego lo bajó junto con una sonrisa: —¡Maldita sea! ¿Es este el espacio que tengo para moverme?. 

Cheng Boyan se colocó de pie, retrocedió dos pasos y le tomó una foto con su teléfono, y luego lo colocó frente a sus ojos: —Las lesiones de tu cuerpo, no sanarán en tres meses. 

M1SFI7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora