| Capítulo 06 |

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¡Policía! ¡Aquí hay un ladrón!

Xiang Xi sintió que iba a recordar estas palabras

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Xiang Xi sintió que iba a recordar estas palabras. 

Las personas detrás de él lo estaban siguiendo, e incluso era capaz de ver claramente la mitad del palo en su mano. Mientras que Cheng Boyan todavía estaba sentado en el asiento del conductor observándolo con calma. 

—¡¿Acaso no los ves?! —Xiang Xi tenía prisa. Parecía que Cheng Boyan no planeaba comenzar a conducir para ayudarlo, por lo que tuvo que encontrar una solución por si mismo. 

La actitud de Cheng Boyan lo decepcionó un poco, pero al menos no lo golpeó. Parecía una reacción normal, y era algo sorprendente que en el mundo haya alguien así. 

Xiang Xi decidió salir del auto, ya que Cheng Boyan no planeaba ayudarlo. Tenía que salir de inmediato, o de lo contrario, no tenía el lujo de pagarle a esta persona para que condujera, y tampoco si le hace algo al auto, no podrá pagarlo.

Pero antes de salir del auto, miró hacia el asiento trasero. Había unos cuantos palos en el asiento trasero, lo que provocó que sus ojos brillarán, y de repente se encendió un rayo de esperanza, ¡al menos ahora tiene un arma!  

—¡Usaré esto! —Se precipitó sobre el respaldo del asiento, estiró la mano y sacó uno, pero aún no entendiendo qué era. ¡Pero este palo en cuanto lo tomó y debido a su hábito se rompió en su mano! 

—¡Maldita sea! —Rugió Xiang Xi desesperado: —¡Qué demonios es esta mierda! 

—Un palo de ñame [1] —Cheng Boyan estaba sentado a su lado, con las manos todavía firmemente sobre el volante y sus ojos miraban por el retrovisor. 

—¿Qué? —Xiang Xi lo interrumpió cuándo lo escuchó. 

—Es un tónico para mantener la salud, combate bien el frío y el calor, además de que repone el estado de ánimo... —Cheng Boyan continuó respondiendo sin prisa. 

Xiang Xi apretó los dientes y agudizó la mano en dirección a la puerta: —¡Me voy a bajar! 

La puerta del auto estaba cerrada. Xiang Xi lo intentó dos veces pero no logró abrirla, y justamente cuando estaba punto de darse la vuelta y exigirle a Cheng Boyan que abriera la cerradura y lo dejara bajar. Pero el hombre que lo había seguido, llegó al costado del auto, sosteniendo un palo en su mano y tiró de la puerta del auto dos veces. 

Xiang Xi se sintió aterrorizado, si salía del auto en este momento iba a ser golpeado. Pero a regañadientes, y al ver la posición de este hombre, no quiso salir del auto. 

En esos pocos segundos de vacilación, el hombre repentinamente levantó el palo que llevaba en su mano y lo estrelló contra la ventana del auto.  

—¡Mierda! —gritó Xiang Xi. La ventana del auto no se rompió, pero vio una trizado evidente, ¡fue la mitad del tubo de acero! 

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