Capítulo 9

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El sol entraba por las ventanas, ruidos lejanos podían percibirse al otro lado de la puerta, pero el calor de otro cuerpo bajo el suyo lo mantenía atado a la cama. A lo largo de la noche Aang recordaba haber ido cambiando de postura y lugar en la cama, hasta terminar así mismo. Zuko dormía boca arriba con un brazo tapándose los ojos de los incipientes rayos de sol y el otro manteniendo a Aang sobre su cuerpo. El Avatar estaba abrazado al príncipe con una de sus piernas sobre las de él, no quería levantarse.

No quería salir de esa cama. Con cuidado se incorporó para ver mejor el relajado rostro de Zuko, que dormía más tranquilo de lo que lo había visto en mucho tiempo.

—¡A desayunar! — Gritó Sokka desde el otro lado de la puerta, pero la gruesa madera no permitió que sus gritos despertaran a Zuko.

Poco a poco Aang trepó por el pecho del moreno hasta alcanzar sus labios donde depositó un tierno y dulce beso. Cuando se separó, los ojos de Zuko estaban levemente abiertos, pero aún empañados por el sueño, mientras una sonrisa nacía en sus labios.

—Buenos días. — Susurró Aang al tiempo que terminaba de subirse por completo sobre el otro cuerpo. — Nos llaman a desayunar.

—Buenos días a ti también.

Aang sonreía mientras acariciaba los despeinados cabellos de Zuko, cuyo pelo había crecido considerablemente desde que se lo cortó, podía llegar a taparle los ojos si se lo peinada hacia delante. Tal vez fue esa burbuja de felicidad la que hizo a Aang volver a besar a Zuko, pero no quería un roce fugaz cómo antes. Había pasado demasiado desde su último beso, y ese último beso fue la mayor explosión de adrenalina que hubo sentido nunca.

Dejó a su lengua explorar, acariciar los labios del moreno lentamente antes de entrar en ellos, respirando su aliento y disfrutando del sabor que la última vez lo rompió. El roce de sus lenguas fue tan salvaje como esa otra vez, áspero y suave al mismo tiempo. Las manos de Zuko vagaron por sus costados hasta anclarse en sus piernas, hundiendo los dedos en sus cuádriceps pero sin llegar a dañarlo.

Zuko también había extrañado besar a Aang, como sus cuerpos parecían saber a la perfección lo que necesitaba el otro. El beso siguió mientras se incorporaban, tomando una postura más cómoda para ambos que los hizo perder el calor de las mantas, pero no les importó.

Aang hundía sus dedos entre los negros cabellos de Zuko mientras este acariciaba su espalda con dedicación. Pero algo cambió en el beso cuando Aang rodeó su cintura con ambas piernas y sus cuerpos quedaron aún más pegados, el beso se volvió necesitado al tiempo que Aang bajaba una mano por el cuello de Zuko. Ese tacto que parecía en cualquier momento cambiar y cerrarse entorno su garganta, pero qué descendió hacia su pecho y-

—¡A desayunar! — Las puertas abriéndose de golpe con Sokka y Katara entrando al cuarto fue lo que frenó su acalorado beso.

—¡Perdón perdón! — Katara, muy sonrojada, se dio la vuelta pero siguió en el sitio.

—¡Poned algo en la puerta! — Sokka parecía un padre enfadado e incómodo en contraposición con su hermana.

Aang sabía qué imagen habían dado, Zuko despeinado, ambos sonrojados, sus labios hinchados, él sobre el regazo de Zuko... Pero no se sentía como si hubiese hecho algo malo, no se avergonzaba de ello porque no habían hecho nada malo. Su compañero debió de sentirse igual ya que comenzó a reírse cuando fue consciente de toda la escena, tampoco estaba preocupado.

—¡Cambiaos y salid a desayunar! — Les ordenó Katara antes de salir junto a Sokka y volver a cerrarles la puerta.

No obedecieron la orden de inmediato, aún víctimas de la risa mientras volvían a tumbarse en la cama.

Avatar: Compañeros de LeyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora