Capítulo 2

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La lucha fue frenética, Iroh ayudó en el combate y defendió a sus amigos mientras él entraba en el estado Avatar, no supo de Zuko hasta que la luna brilló de nuevo sobre el cielo. El moreno luchó sin descanso contra el Almirante Zhao que encontró su final en las manos de los espíritus, quienes reclamaron su ofensa. Incluso tras todo lo que hizo Zhao, Zuko trató de salvarlo, pero no lo aceptó.

El avatar trató de evitar el encarcelamiento de Iroh y Zuko, pero tenían crímenes a sus espaldas por mucho que ambos hubiesen ayudado, y el príncipe no tenía intención alguna de colaborar, no habló en todo su cautiverio, su tío hablaba por él.

—Oh, un bisonte volador, eres muy bonito. Si, si.

El amable anciano Iroh hablaba con dulzura a los animales con los que próximamente saldrian de viaje, la tribu del agua había aceptado la petición del Avatar de dejarlos marchar.

—¿Vas a volver a hablar? — Aang se había acercado una vez más a Zuko, esta ocasión no había barrotes de por medio pero parecía tanto o más lejos. — Cuando alcancemos tierra podrás irte, si es lo que quieres.

—¿No te pondría eso en un compromiso con tus amigos maestros del agua? — Esas fueron las primeras palabras de Zuko desde que despertó en aquella cueva.

—No voy a retenerte en contra de tu voluntad.

—¡Zuko! Mira que patas tiene, son blanditas. — El tío Iroh gritaba para llamar la atención de su sobrino, quien suspiró.

—Ya voy tío...

Zuko no miró a Aang ni habló a nadie durante el viaje, no emitió ruido más que algunos gruñidos para contestar cuando su tío le hablaba. No había pasado por alto para nadie que Iroh se había cortado la coleta, nadie dijo nada sobre el tema.

Cuando pisaron tierra, Aang rezó para que ninguno de los maestros del fuego se fuese, había aprendido que Iroh era una bellísima persona, amaba a los animales y había sido el encargado de que Zuko mantuviese su alma.

Lo que no sabía era cómo parar las continuas ganas de pelea que Katara parecía sentir contra Zuko, hasta Sokka había parado esos ataques tras unas clases de espada.

Zuko y Sokka montaban el campamento, mientras Iroh cocinaba y Katara y él practicaban el dominio del agua. Pero no se podía centrar.

—Aang, concéntrate. — Exigió Katara lanzándole un fuerte chorro de agua.

—Ya voy... — Aang lo intentaba, pero no veía diversión en esas lecciones, menos ahora que el humor de Katara parecía siempre agrio.

Siguió imitando y escuchando a su maestra hasta que la comida estuvo, deseaba encontrar ya un maestro para dominar otros elementos y... La idea cruzó su mente durante la comida.

—Ehm... ¿Iroh?

—¿Sí, avatar Aang? — El anciano estaba disfrutando de su te.

—¿Me enseñarías a dominar el fuego?

Varias voces sonaron a la vez

—Claro. — Contestó Iroh.

—No. — Prácticamente gritaron Katara y Zuko.

—¿Por qué no? — Para Aang era indignante que la única vez que esos dos se pusieran de acuerdo para ir en su contra.

—Primero agua, luego tierra y por último fuego. Tienen un orden por algo, tendrías que también saberlo tío. — Zuko parecía molesto con su tío por haber aceptado.

—¿Por qué quieres que él te entrene? — Preguntó Katara.

—Lo has visto luchar Katara, y seguro que entrenó a Zuko, ¿verdad?

Avatar: Compañeros de LeyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora