Cap 8. Oh, Cass...

278 19 18
                                    

Tom

El techo estaba re interesante, ya que no paraba de mirarlo desde hace... una hora quizás?

Fruncí el ceño al darme cuenta que llevaba mucho tiempo mirando el maravilloso techo de mi habitación y levanté mi brazo para que quede a mi vista mi reloj.

No llevaba una hora, llevaba 2 horas y 43 minutos mirando el puto techo, ya que me acosté a las 17:04pm y ahora son las 19:49pm.

Se me pasó la maldita hora volando pensando en Cass.

Se supone que soy simplemente su amigo?

Después de casi haber estado toda una noche juntos?

Odio a las mujeres. TODAS IGUALES.

Calientan el agua pero no toman el puto té.

Me tapé la cara bruscamente por que aún seguía pensando en Cass, en la vez de como la tocaba y la besaba, junto como ella estaba a punto de desabrochar el cinturón de mi pantalón.

La necesito y no de la manera amistosa. No me creo nada eso de que soy su amigo, no tiene sentido.

Bufé y me levanté, salí de mi habitación dando casi un portazo, mis piernas caminaban con rapidez y fuerza.

Iba a tomar el elevador pero se cerraron las malditas puertas, a pata será.

Bajé dos pisos por las escaleras, podía ver —gracias a que las paredes del exterior eran de cristal— como el hermoso y gran jardín era abandonado, y como las luces de los faroles se prendían. Indicando que la noche se aproximaba.

Caminé hacia la puerta doble de cristal que me llevaba al jardín para cruzar al otro lado, e ir a ver a Cass, pero fui detenido por Emma, la recepcionista rubia.

—Tom!

Me giré al escuchar como me llamaba, estaba presionando con fuerza el picaporte de la puerta izquierda, desesperado por buscar y besar y tocar a Cass otra vez.

—Tom...

Solo seguí mirándola esperando que lo que me tenga que decir salga de su boca rápido, y así irme con Cass.

—Hablé con tu novia.

No respondí, me desesperaba como las malditas palabras de su boca salían tan lento. Observé nuestro alrededor, todos estaban ya entrando a sus habitaciones y despejando la grande sala de espera.

—Me dijo que ustedes eran solo amigos. Por qué me mentiste? —preguntó.

—No te mentí... —pausa— solo que la dejé. —Mentí.

—En serio? —su mirada se iluminó—Y por qué la dejaste?

La observé con un poco más de detenimiento, llevaba un escote que me hipnotizó, junto con una falda que dejaba ver sus hermosas y suaves piernas.

Miré a través de la puerta de cristal el edificio de Cass, que estaba al otro lado del jardín.

Y luego volví a mirar a Emma.

Soy tan estúpido. Estuve olvidando que si Cass me quiere como un "amigo" no iba ni a aceptar un beso en la mejilla. Y yo yendo hacia sus pies para suplicar volverla a tocar.

Emma me sonrió coqueta, esperando una respuesta de mi parte.

—La dejé porque no paraba de pensar en ti. —le mentí.

Cass no iba a darme ni siquiera un apretón de manos, y yo realmente necesitaba mucho más. La única que me lo daría sería Emma, y no voy a quedarme con las ganas.

Al otro lado del jardín -Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora