Cap 11. Azul como el océano.

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Fui muy estúpida al inventar eso sobre Tom, cuando él es totalmente lo contrario a impotente.

De todos modos, yo ya le pedí disculpas.

Si no quiere aceptarlas es otra cosa. Eso significa que no me quiere en su vida otra vez.

Y si él espera que vaya y le suplique, que siga esperando, no voy a alimentar su ego, y yo tengo un orgullo que mantener.

[...]

Había pasado bastante tiempo, y ahora me encontraba con Bill charlando, mientras los niños a los que les leíamos jugaban un poco.

—Esto es agradable... —informó Bill mientras observaba a los niños.

—supongo. —dije neutral.

—Estás muy rara... te pasa algo? —preguntó luego de girarme a ver.

Bueno, debo aceptar que esto de haberme peleado con Tom me trae un poco mal.

Lo miré a los ojos durante unos segundos, pero luego me acomodé en mi asiento, girando mi torso hacia él y así tener más comodidad.

—Inventé algo sobre tu hermano solo por mi conveniencia. —confesé.

—Qué inventaste? —preguntó, alzando una ceja.

—Inventé que él era... impotente. —apreté los dientes—Y bueno... una vez me acosté con alguien más y para que Roy no me regañe inventé que esa persona había sido tu hermano...

Bill me escuchó atentamente, intentando recalcular toda la información.

—Entonces Roy cree que ambos estamos saliendo.

—Y es así? —preguntó con un tono de preocupación.

—No. —negué.

—Con razón estaba como loco hoy. —rió levemente.

—No te rías! —le golpeé el brazo, lo que no cambió nada ya que Bill se seguía riendo—Ahora tu hermano me odia y-

—Y él no quiere escucharte? —insinuó.

—Eso. —dije—pero no quiero alimentar su ego yendo a pedirle disculpas una y otra vez, me entendés?

—Entiendo... —hizo una pausa pensativa—Bueno, yo quizás pueda ayudarte a que se le pase el enojo y que tu orgullo quede intacto en el intento. —colocó su mano sobre mi hombro izquierdo.

—Lo harías?

—Sí... —dijo mientras me miraba fijamente, con una linda sonrisa en sus labios.

—Gracias, de verdad. —le sonreí y luego dejé un beso en su mejilla como agradecimiento, para luego levantarme e indicar a los niños que ya es hora de guardar los juguetes.

Tom

Estaba en la azotea con Gustav y Georg, solo que yo estaba observando la ciudad desde la orilla y los otros dos peleando como siempre.

Hasta que escuché que ambos dejaron de pelear y empezaron a susurrarse cosas, mientras sentía sus miradas en mi.

—Les estoy escuchando, sabían? —informé sin darme la vuelta.

—Estás muy callado, Tom. —dijo Gustav, mientras se acercaba y se ponía a mi lado, posicionando sus antebrazos en la orilla para sostenerse, igual que yo.

—Acabo de pelearme con una amiga. —confesé, mientras con los ojos entrecerrados levemente, aún seguía observando como el sol comenzaba a bajar.

—No nos la presentaste. —Dijo Georg, que estaba al lado de Gustav.

Al otro lado del jardín -Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora