Doble humillación

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Hoy es Jueves y he estado intentando evitar a Álex toda la semana. Cada vez que la veo solo quiero arrastrarme a sus pies. No sé si lo estoy imaginando pero se me hace que ha comenzado a usar ropa más reveladora. Hoy, en clase la vi con una remera corta que mostró su vientre. Era una remera bien apretada y no llevaba sostén, por lo podía ver sus pezones.

He estado fingiendo estar enfermo y creo que mi distracción al verla vestida así me ayuda en la mentira de que no estoy bien, pero creo que ella va a preocuparse si finjo estar enfermo por mucho más tiempo. Ya ofreció hacer té para mí hoy. Intento hablar con ella lo menos posible y enfocarme en los estudios. No me ayuda que mi ama me ha prohibido venir toda la semana. A veces me ordena tocarme pero no venir para que pueda disfrutar de mi malestar. En mi clase miro e imagino ser su juguete. No he conseguido concentrarme mucho en la clase, pero afuera he pasado todo mi tiempo estudiando para distraerme. Mi ama me dice que si estudio bien me dejará venir o me dará otros premios. Mi tiempo estudiando y con mi ama es el único tiempo en que consigo pensar en otra cosa aparte de Alex, pero sigo cochando. Es una gran fortuna que Alex tenga otra tutora de Español, Verónica.

Después de la clase leía y grabé un vídeo masturbándome sin venir a mi ama. Me dijo que tengo que hacerlo al menos dos veces al día. Le envié el vídeo en WhatsApp y ella me respondió, diciéndome que iba a darme un premio. Me ordenó beber seis vasos de agua en las próximas tres horas antes de nuestra lección.

Estaba emocionado entrando a mi lección con mi ama y con muchas ganas de orinar. Cuándo entré mi ama, Esmeralda estaba allá con una camisa que mostraba mucho escote y una minifalda. Pero también estaba Verónica, una mujer delgada vestida de jeans y una remera roja.

"Hola Perrito". Me saludó mi ama.

"Ah, Esmeralda, ¿Verónica está acá?". Mi ama se levantó y me dió una bofetada.

"Soy tu ama y sí perrito. Verónica quiere ver como manejo mis estudiantes para ser mejor maestra". Me puse de rodillas.

"Pero yo,avergonzado susurro "tengo muchas ganas de orinar".

"¿Qué perrito? No entendí. No puedes susurrar".

"Ah, ama, es que tengo que hacerlo".

"¿Hacer qué?".

"Tengo muchas ganas de orinar".

"Que tierno. Pero no puedes hacer pis hasta que yo te diga".

"Por favor ama, de verdad tengo muchas ganas".

"Verónica, ven acá". Verónica caminó hasta que estaba cerniéndose sobre mí. ¿Verónica, ves ese perrito? Quiere hacer pis antes de hacer su trabajo. ¿Qué opinas qué deberíamos hacer?".

"Bueno," dijo Verónica "es un perrito tierno. Podemos dejarlo hacerlo".

"No Verónica. Tenemos que mostrarle que tiene que obedecer. Eso es lo único que puede hacer un perrito así".

"Sí, tienes razón". Sentenció Verónica.

"Abra la boca". Me ordenó mi ama.

La abrí y Verónica me escupió en la boca y las dos rieron mientras yo tragaba su saliva. Volví a hacer mis tareas mientras mi ama y Verónica leyeron mi diario.

Era muy difícil así con tantas ganas de orinar pero aguante hasta que ya no podía y comencé a rogar a mi ama para que me deje orinar.

"¿Qué opinas Verónica, dejamos el perrito usar el baño o quieres un show?".

"Yo quiero un show".

Mi ama me puso en esposas "Si te orinas vamos a castigarte". Verónica me hizo cosquillas mientras le suplicaba para, pero no paró. Finalmente no podía aguantar más y me oriné en los pantalones y a las dos le escaparon una carcajada enorme.

"No podes cerrar la boca, perrito." Me dijo mi ama. "Como ya estás sucio no me siento culpable por hacerme más sucio".

Me orinó directamente en la boca y me ordenó beber todito. Después le lamía la vagina hasta que corriera en mi cara. Todo ese tiempo Verónica estaba allí riendo de mí.


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El esclavo gringoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora