— ¿Por qué tengo que venir yo? — Me quejo mirando a Christopher.
— Porque te tengo que tener vigilada después de que mi estupidez te subestimara y crearas una droga volviendote una amenaza para el mundo. — Me jala Christopher de la mano caminando por la central.
— Muñequito y la dulce pastelito. — la voz de Recce me provoca nervios, me escondo detrás de Christopher tratando de tranquilizarme.
— Sal de ahí Arinka. Solo es Recce.
— Es hermoso. No me molestes, no puedo mirarlo. — Me apresuro a decir.
— Dijiste que no iban los ojos grises y hombres como yo. — Refuta.
— No te atrevas a compararte con tu tío. — Riño — ¿Ya lo viste? Es una masa que mis manos quieres moldear a su antojo.
— Que poeta. — Escucho decir a Recce.
Christopher bufa molesto y me suelta dejándome con su tío. Su mirada me escanea y mi detonante es cuando se relame los labios dándoles una mordida.
— Recce.
— Dime pequeño pastelito.
— Sin miedo al éxito quiero que me quites la virginidad. — Recce suelta un jadeo y me doy cuenta que lo agarre en curva pues por primera vez veo sus mejillas algo rojas.
Su coquetería desaparece, mira a todos lados menos a mi. Sus pupilas dilatadas me llaman la atención pero garraspea recobrando la compostura.
— Escucha Arinka... yo no puedo ofrecer...
— No te confundas Recce, dije que quiero que me quites la virginidad no casarme contigo. — Ruedo los ojos.
Por ahora. Primero demosle su baja para después teniéndolo atrás de uno rogando y sirviendo para mis planes de villania. Después de todo Recce es un Morgan.
— ¿Por qué no se lo pides a mi sobrino?
— Christopher no me gusta, si no es a ti tendré que dársela al Boss y el chico que me gusta no está en la lista. Como me gustaste desde que te vi, puedo pagarte. Ponte un precio Recce. — Me cruzo de brazos.
— Bien. — Su sonrisa aparece — No es dinero. Tu sangre, quiero una bolsa de tu sangre.
— Vampiro o que. — Me burlo.
— No. Se supone que eres inmune a las drogas entonces puedo desarrollar una cura.
— No te equivoques Recce, no voy a darte mi sangre si se que se aproxima una traición. — Me burlo. — Si así son las cosas no vale la pena y con una llamada el Boss viene a cumplir mi capricho. — Me doy la vuelta dejándolo en el pasillo.
Saco mi teléfono y reviso las cámaras de dónde yo estaba viendo como Recce maldice y se lleva una mano a su boca pensativo.
Atractivo pero no vale la pena darle de mi sangre, arruinaría mi negocio y así no son las cosas.
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Una Extra Muy Afortunada
FanficEntre a el mundo de la lectura a los once años. Ahora resulta que soy una antagonista en el mundo de un libro que no conozco pero se la mayoría de cosas importantes por fanfinc.