Estoy hasta la puta madre, el banco puso en revisión mis cuentas bancarias que me congelo los fondos. Por suerte me la peló con parte de mi efectivo y mi casa como el coche están pagado.
— Carcassonne — Mi supervisor me llama cuando entro y le paso de largo.
— ¿Estoy despedida?
— No — Me responde de lejos.
Ruedo los ojos y tomo mi mandil junto al sombrero para ir dando las cartas por la mesa, un chiflido me hace voltear y es el rubio molesto que le cobre sentado en una mesa.
— ¿Qué desea ordenar?
— ¿Por qué tan amargada?
— Estoy de muy mal humor, diga de una vez que quiere.
— ¿Qué tienes de entrada? — Le di una puta carta y ahí vienen todas sus preguntas estúpidas, siento mi ojo derecho comenzar a palpitar.
— La puerta. — Suelto.
Frunce el ceño y me mira fijamente para después alzar una ceja.
— Soy soltero. — Me da una sonrisa confiada y parece más una mueca.
— Y yo soy alérgica a los rubios. — Miro mi libreta. — ¿Va a pedir algo o no?
— Un café. — Se me queda mirando como si fuera un pervertido, baja un poco más y pongo la carta en su rostro fingiendo una sonrisa.
— ¿Con que va a querer el café? Solo, Frío, caliente, o en su rostro si me sigue viendo como un pervertido. — Toma mi mano para bajarla y mirarme.
— Yo podría hacerte feliz...o sacar ese lado que nadie más podría ver. — Me suelto desconcertada.
— Seguridad. — Alzo la voz y dos guardas aparecen para escoltar al rubio. — Y no regrese.
— Soy Ilenko Romanov. — Mira a los guardias que simplemente retroceden.
— Y yo soy la reina de escocia. — Le quito la escoba a la señora Martha de limpieza y lo amenazo con ella. — ¡Fuera de aquí pervertido!
— No me iré hasta...
Le suelto el primer madrazo con la escoba que lo hace levantarse. Para cubrirse su rostro.
— ¡Fuera! Vengo de muy mal humor y tú solo vienes a ponerlo peor. — Le doy con la escoba repetidas veces hasta hacerlo retroceder a la puerta.
La abre y se va quejando tratando de hablarme de quien sabe que cosas mientras lo golpeo, sus hombres afuera nos miran atónitos y bufo.
— Escuche no lo quiero volver a ver aquí a menos que compre algo y sea respetuoso. — Le hago la finta de pegarle y se cubre haciéndome sonreír un poco entrando nuevamente al local.
Mi trabajo transcurre tranquilo, miro a todos los clientes comiendo y platicando entre ellos. Unas camionetas que parecen ser militares se estacionan y salen varias personas con sus armas.
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Una Extra Muy Afortunada
FanfictionEntre a el mundo de la lectura a los once años. Ahora resulta que soy una antagonista en el mundo de un libro que no conozco pero se la mayoría de cosas importantes por fanfinc.