VII

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Angelina

Solté el brazo de Damien apenas localicé a Nan, avancé a ella abrazándola al instante, ella lo correspondió ya más tranquila.

—Es horrible, Ange.

—Lo se— musité estrechándola —Pero creo...— me separé un poco para mirarla, apuntando a Damien con la mirada —Creo que hará algo.

Nan confundida miró al chico a cierta distancia de nosotros, hizo una reverencia al identificarlo manteniéndose a mi lado —Señor, Blackwood.

—Señor, ella es Nan...Annabelle— agregué —Nan, el señor Damien Blackwood.

—Un honor.

Damien asintió con la cabeza —¿Puedo preguntar qué pasó?

Nan fue la primera en responder y dejé que lo hiciera, miré el pasillo buscando algún rostro similar, uno en especial, pero no tuve éxito.

—Estoy enterado que tenemos clases compartidas, talleres más bien— se reincorporó al terminar de hablar con Nan —¿En qué están?

—Escritura— respondió mi amiga.

—Pintura.

Su sonrisa ladina me hizo saber que iba por lo mismo —Es la tercera hora y vamos a mitad de la segunda, podríamos dirigirnos hacia allá.

Theo estaba en escritura —Busca a un chico que se llama Theodore, es alto, rubio, ojos azules, es muy amable. Dile que eres mi amiga.

—Theo— musitó pareciendo anotarse el nombre —Gracias...nos vemos en el almuerzo.

—Adiós— la miré subir las escaleras, dejándome a solas de nuevo con él.

Apenas habíamos cruzado palabra como tal, una conversación estable no habíamos formado y al parecer no sería así.

—¿Dónde es?

—Por acá.

—Damien.

—Lo que faltaba— gruñó cerrando los ojos —Dominic.

—Te he estado buscando desde la primera hora.

—He estado ocupado.

Los ojos marrones del chico pasaron a mi, asintió como saludó y volvió a su primo —Ya, a tu padre no le parecería muy bien el hecho de que estes "ocupado"

—Que le parezca lo que quiera, no me interesa.

—Damien...

—Es verdad, me da igual lo que piense. Ya estoy aquí ¿no?

—Puedo retirarme— no sentía que esta fuera una conversación que debería escuchar.

—No.

—Por favor.

Hablaron a la vez, perforándose con la mirada segundos después —No— repitió Damien —No tenemos nada que hablar— pasó a su primo —Déjalo ir, ya veré yo que le digo.

—Me lo pidió, Damien, si no hago que esté feliz va a mandarme a Rusia.

—No vas a ir a Rusia, de eso me encargo yo.

Dominic sin estar muy convencido, suspiró —Bien— respondió con seriedad —Angelina.

Bajé mi cabeza, mirándolo irse, dude si debía abrir la boca pero al final lo hice —¿Puedo preguntar por qué está aquí?

—¿Por qué estoy yo aquí?

—Si.

—Porque me preocupó verla llorar.

𝓓𝓮𝓼𝓬𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓭𝓸𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora