XVI

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Angelina

Primero que nada...perdón.

—¿Perdón? ¿Perdón, señorita? Eso no hace, Angelina.

—Pero funcionó, ahora está aquí y nos puede ayudar.

—No puedes tomar este tipo de decisiones sin nuestro consentimiento, tampoco puedes ir a esos lugares por tu cuenta y mucho menos escaparte así, Leopoldo está furioso— alzó la carta en su escritorio.

—No es tan malo, Nate...

Cruzado de brazos se sentó en el escritorio junto a Sam que no había dicho nada así que fue recriminado por lo mismo.

—¿Y tú? No estoy solo en esto.

—Lo que hizo no estuvo bien y va a estar castigada, los dos concordamos en eso— adelantó —Pero tiene razón...puede funcionar, Nate, si Cristina cede podemos hacer algo. Esto es un punto más que negativo para Leopoldo y Gemma, Ange ni siquiera durmió en su casa, se escapó de la ciudad y fue a la peor zona ¿En qué posición lo deja eso? En una de irresponsable e incapaz de cuidarla.

—Tiene razón— bendito Sam también —Ya no me regañes, Nate...si se emparejan otra vez te voy a pedir algo a cambio.

Dejó salir un diminuto bufido negando con la cabeza —Vamos a desayunar.

Sonreí acercándome a él, dándole un abrazo —Va a funcionar...tengo el presentimiento.

—Debo hablar con ella primero.

—Está bien, la tienes aquí, Nate. Es tu oportunidad.

—Mmhh, solo vamos a hablar— guardó la carta en el cajón, caminando junto a Sam hacia la puerta.

PLAS PLAS PLAS

—Natee.

PLAS PLAS PLAS

—Última vez, Ange— giró la perilla dejando un beso en mi cabeza antes de dejarme pasar.

—Vale...

"Lastimera" salí del despacho tomando camino al comedor donde estaba Oliver, intercambié una sonrisa con él abrazándolo también.

—Bienvenida, señorita.

—Gracias, Oliver— sonreí ampliamente —¿Está Theo?

—Está en los viñedos, en cualquier momento va a regresar.

Asentí un poco, observando por la ventana hacia los viñedos, pude identificarlo junto a otros trabajadores pero la voz de Cristina nos dejó a todos con la atención en ella.

—Buenos días.

—Buenos días— respondimos al unísono, Nate se acercó a recorrer su silla permitiéndole sentarse.

—¿A quien ves con esa sonrisa, traviesa?

—Oh no, es Theo, es mi mejor amigo.

—¿Solo eso?

—Solo eso.

—Mmhh— sonrió con picardía.

—Hay alguien más...

—¿Alguien más?— palmeó el lugar a su lado —¿Quién?

—Blackwood...Damien Blackwood.

—¿El mini duque?— alzó ambas cejas.

—Si...— me senté junto a ella —Pero ya no sé si sea él.

—¿Por qué?— le sonrió a Amelia ante la taza de café que le dio.

𝓓𝓮𝓼𝓬𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓭𝓸𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora