Capítulo 3: Cabos sueltos

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♔︎ 03: Cabos sueltos ♔︎


Siento la boca seca y mi corazón acelerado. Mis músculos están tensos y un sudor frío recorre mi cuello. Observo a Blade dejar a la reina detrás de él, y puedo ver la tensión en su rostro. Es obvio que cuando guardó silencio, fue porque escuchó cómo mi padre masacró a una multitud o simplemente porque sintió el olor a sangre.

Todos los cazadores presentes y quienes darían la prueba están despedazados en el suelo. Incluso en mis fosas nasales se impregna el asqueroso olor.

Tener a mi padre, un vampiro, frente a mí me desborda por completo. Su mirada está manchada por un vacío oscuro y sus ojos están negros como la tinta. El miedo se apodera de mí. Intento mantener la compostura, pero es difícil cuando ese hombre está justo frente a mí.

—No se atrevan a dar un solo paso o dispararé —masculla con una voz oscura y seca.

Mi corazón da otro vuelco mientras un escalofrío recorre mi cuerpo. Miro hacia atrás y veo a la reina Evangeline con los ojos cerrados y moviendo los labios. Está utilizando su magia, pero no tengo ni idea de qué hechizo está intentando hacer.

Vuelvo a dirigir mi mirada hacia adelante. Sé que mi padre es capaz de hacerle daño a mi amigo. Sé que en su interior no hay lugar para la piedad ni la empatía. Sin embargo, también sé que Theo es capaz de defenderse. Confío en él.

Decido dar un paso adelante, pero Blade me sujeta del brazo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta, haciendo un gesto para que nos quedemos quietos y esperemos a que la reina termine.

—Es mi amigo al que tiene. —Me libero de su agarre.

La reina está tardando demasiado y no puedo confiar en ella si ni siquiera sé qué hechizo está realizando. No puedo quedarme quieta sin hacer nada, especialmente cuando se trata de Theo.

Decido mantener una pequeña esperanza de que mi padre no me hará daño cuando me acerque. Sé que Theo es inteligente y sabrá cuándo atacar para liberarse. Mi avance hacia él sirve como distracción.

—Por favor... —digo en un hilo de voz, sintiendo un sabor agridulce al pronunciar las palabras—. No le hagas daño.

Mi padre se ríe libremente, mostrando sus colmillos manchados de sangre. Trato de impedir que su mirada fría y sin emociones me paralice.

—¿Por qué no?

—Es mi amigo —mi tono suena a súplica.

Él niega con la cabeza y lo reconozco como un gesto decepcionado. Trato de no dejar que su actitud me afecte y continúo avanzando.

—Qué decepción, hija mía —dice con desprecio. Aprieto los dientes al escuchar esas palabras—. Creí que después de todo lo que hice por ti, serías alguien mejor.

Mis manos tiemblan y se convierten en puños firmes. Un escalofrío recorre mi espalda y la rabia comienza a apoderarse de mi junto con el miedo y la tristeza. No sé qué hacer y la reina sigue tardando.

—Papá... —las palabras arden al salir de mi boca. Lo detesto y le tengo miedo al mismo tiempo.

En ese momento, Theo sujeta el brazo de mi padre y lo retuerce con determinación. La pistola cae al suelo mientras mi amigo le propina un fuerte codazo en el estómago, seguido de un golpe con la rodilla en su rostro. Trago el nudo de mi garganta mientras corro hacia ellos para ayudar a Theo.

La caza del vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora