La caza del vampiro ©

Capítulo 10: Me estoy convirtiendo en un monstruo

♔︎ 10: Me estoy convirtiendo en un monstruo ♔︎

En primer lugar, me encuentro incapaz de realizar alguna acción. Siento mi entorno distante, como si no estuviera aquí realmente presente. Un zumbido en mis oídos me envuelve, y solo logro percibir los latidos acelerados de mi corazón. Incluso sufro la vívida sensación de la sangre fluyendo por mi cuerpo, saliendo de mis aurículas y ventrículos, llegando a mis pulmones y retornando. Esta sensación se manifiesta de manera intensa, y apenas me doy cuenta cuando Henry me suelta para dirigirse a hablar con la reina. No logro oír nada; me encuentro en un estado casi ausente, y mi respiración se acelera.

Un par de manos acunan mi rostro y, con la visión nublada, observo a Theo frente a mí, expresándome algo que tampoco soy capaz de escuchar. Estoy bloqueada, y la sola visión de él intensifica mi autodesprecio. A pesar de estar malherido, está aquí de rodillas, conmigo, intentando ayudarme a pesar de lo que le hice. Sé que no lo merezco, especialmente en estos momentos. Sin embargo, no tengo fuerzas para apartarlo de mi lado, así que cierro los ojos para no contemplar su semblante amoratado y con manchas de sangre que no terminó de limpiar.

Siento un nudo en mi garganta, pero me resulta imposible liberar alguna lágrima. Comienzo a toser y ahogarme. El aire no fluye a través de mis fosas nasales ni de mi garganta. Por más que lo intento, siento que mi tráquea se cierra cada vez más. Abro los ojos, llenos de pánico, y Theo persiste en su intento de hacerme escuchar, pero no puedo. No encuentro su voz… Noto que alguien toma mi mano; una mano más pequeña y cálida, que identifico que es de Gianluca. La aprieto con fuerza, buscando sentir algo, ya que las manos de mi amigo en mi rostro parecen distantes a pesar de sus esfuerzos por mantener mi cabeza inmóvil ante mis desesperadas negativas.

Me siento cada vez más lejana de todo y de todos, y me aterra saber que así me sentiré el resto de mi vida como una bruja de la oscuridad.

Entonces, además de sentir todo distante, comienzo a sentirlo más apagado, oscuro y frío. Suelto la mano de Gianluca y sujeto las manos de Theo para apartarlo, temiendo no poder controlarme y actuar otra vez de una forma horrible. Ninguno opone resistencia, porque algo ven en mí que causa que la expresión en sus rostros sea una mezcla de miedo y desconcierto. No puedo negar el golpe que siento en mi corazón al ver esos gestos, sobre todo en Theo, pero no me da tiempo a pensar en eso, porque como si fuese un robot controlado, voy en dirección a la reina y, de un manotazo y con una fuerza que no sabía que tenía, alejo a Henry cuando se interpone en mi camino.

Envuelvo el cuello de la reina Evangeline entre mis manos y aplico presión con la intención de interrumpir su respiración. En sus ojos celestes, observo una expresión mezclada de horror y pena. Sin embargo, permanece inmóvil, sin tomar medidas para defenderse, como si creyera que lo que le estoy infligiendo es merecido.

—¿Por qué me ocultó algo como esto? —articulo con dureza—. ¿Por qué no me dijo que me estoy convirtiendo en un monstruo, igual que mi padre?

«Eres más parecida a mí de lo que te gustaría, hija»

Esas palabras ahora tienen sentido. Y lo odio.

De pronto, mi imagen se proyecta de forma clara en el reflejo de sus ojos, revelándome el color de los míos. No hay distinción; no existe mi heterocromía en este momento. Ambos son negros, similares a la sombría tonalidad que se atribuye a los vampiros. No hay pupila, ni iris, ni esclerótica; todo está sumergido en la oscuridad, creando un vacío aterrador.

Suelto de golpe a la reina y doy un paso atrás, asustada por mi mirada.  Observo a mi alrededor: Henry, Theo y Gianluca caen de golpe al suelo, como si alguien los hubiera tenido sujetos durante todo este tiempo. Sin pensarlo, sin buscar más respuestas a las dudas que se forman en mi cabeza, salgo corriendo del palacio como una cobarde. Como lo débil que soy.