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Desde que ese nombre salió de mi boca, Samilu salió de la habitación y Yuri me miro buscando entender así que le explique.

— Recuerdas el día en la universidad cuando él dijo que te ibas arrepentir — La mire con las cejas alzadas para que recordara y fue cuando cerró los ojos, recordando.

— Sami lo va a matar — Me encogí de hombros. Pues se lo merecía.

Si se preguntas si lo mato, casi lo hizo. Samilu hizo lo imposible para que Nick confesara que él fue el responsable del estado de la ojimarron, aparte de que llevo a Travis para que se encargara de devolverle el favor.

Me acuerdo perfectamente cuando Nick entro todo golpeado y asustado, al verlo quería levantarme de aquel sofá cama y entrarle a golpes pero me detuve al ver como Travis y Samilu entraban por la puerta y esta le daba un zape en la cabeza al verlo mirar la pierna de Yuri.

Bastante asustado le pidió perdón y que no lo volvería hacer, diciendo que estaba fuera de sus cabales en ese momento y no pensaba con claridad. Yuri se mantuvo en silencio y solo asintió.

Tuve entendido poco después que lo metieron a la cárcel, no me interese por saber el tiempo. Ya que la policía había ido a la habitación pidiendo el lado de la historia de la ojimarron y esta sin problema alguno se los dio, con los reportes del médico y todo lo demás fue suficiente para que no pudiera salir por un buen tiempo.

Lo difícil vino cuando empezó la rehabilitación. Yuri estaba totalmente negada, ya que le dolía bastante la pierna al caminar. Por fin mi mudanza a su casa estaba lista y di gracias porque así de esa forma estaba al lado de ella y ella no hacía nada estúpido de su parte.

Aunque no había dejado el trabajo, siempre estaba atenta a la ojimarron. Cuando no me encontraba en el estado o el país Samilu se mantenía en casa y me mantenía al tanto de la situación. Hubo un tiempo en el que ella dejo de intentarlo y dijo que no boxearía más, que quería ir donde Nick y matarlo a golpes por haberle quitado una de las cosas que más amaba hacer en su vida.

Cayo por completo, incluso haciendo que nuestra relación cayera también. Hubo un tiempo largo, para mi disgusto, en el que no hablábamos pero aun así no dejaba de ir a casa, ya que había vivido, durante ese periodo, nuevamente con Sofía en mi antigua casa, y siempre veía como estaba. Me respondía en monosílabos o simplemente no lo hacía, esto haciendo que comenzaremos a discutir y la discusión llevara a Yuri estallar todas las cosas delicadas a su paso.

Gritaba y lloraba diciendo que no servía, que no importara cuantas veces fuera a rehabilitación no volvería a caminar como antes ni volvería a moverse como antes. Esto haciendo que se le fuera imposible seguir con la carrera de boxeadora.

Le daba la idea de que trabajara lo que estudio pero solo me pedía que me fuera, le decía que con su negatividad no iba a llegar a ninguna parte, ni siquiera a la vuelta de la esquina y con eso me iba.

Fue una noche cuando le extrañaba a tal punto que decidí dejar nuestros desacuerdos atrás y visitarla, sin importarme que fueran las dos de la mañana. Entre a la casa viendo todo oscuro. Los ojos de Canelita cuando entre, acostada en el sillón me espantaron, la lengua de Polita lamiendo mi pierna desnuda me hizo sonreír y el cascabel de Venequito sonando cuando se cambió de lugar, me hicieron saber que todo estaba en orden en la primera planta. Pero fue cuando fui subiendo las escaleras que supe que no todo estaba de maravilla arriba, los sollozos de Yuri me hacían pensar aquello.

Y al entrar en la habitación, despacio y haciendo el menor ruido, encontrándola a oscuras y a ella en una esquina con su pierna operada estirada y la otra recogida, mirando entre sus manos aquellos guantes de boxeo color negro, me lo confirmaron. Sonreí al diferenciar aquellas vendas color rosa encima de su pierna.

Con cuidado me senté frente a ella, llevando mis piernas a mi pecho y abrazándolas con mis brazos. Mirando como lloraba en silencio y las lágrimas caían en los guantes.

— ¿Qué haces aquí? — Su voz salió sin fuerzas y ronca. No me miro.

— Necesitaba verte — Le susurre, apreciando su cara o lo poco que me permitía esa posición que tenía y su cabello — ¿Quieres que me vaya? — Aunque las palabras doliesen y si ella me decía que sí, dolería aún más, lo iba hacer.

— ¿Porque sigues conmigo? — Evito mi pregunta y aun así no quitaba la vista de aquellos guantes.

— ¿Qué quieres decir?

— Te he tratado mal, hemos discutido, cosa que no hacíamos, ya no es lo mismo, yo no estoy igual. Tu carrera está explotando por los cielos, mientras yo no puedo ni caminar bien. ¿Porque sigues conmigo? — Volvió a repetir — Cuando tú y yo sabemos que debe haber alguien mejor.

Me quede en silencio por unos segundos. Me acerqué un poco más cambiando a la posición de indio y cuando vi que iba hacer un movimiento para levantarse e irse. Hable.

— Toda pareja discute — Susurre — No es amor si no están en desacuerdo con algo o sino discuten por algo, no importa lo estúpido que sea — Sonreí leve mirando como volteaba la cabeza para mirar a las afueras del balcón — Tal vez sí, no es lo mismo, pero para eso caemos, para que nos levantemos juntas — Hablaba mientras miraba su perfil — Tu eres la misma, solo debes poner de tu parte mi amor — Volvió a bajar la cabeza y sonreí al ver la pequeña sonrisa en su cara — Y mi carrera esta por los cielos, y doy gracias a Dios por eso, tú puedes volver a caminar como debes — Lleve mi mano a un lado de su cara poniendo su cabello detrás de su oreja — Pero como dije antes, debes poner de tu parte para que eso funcione y dejar todos aquellos pensamientos negativos — Volví acariciar su cabello mientras ella miraba sus dedos entrelazados — Y tal vez haya alguien mejor, mucho mejor. Pero no para mí. Quien es y siempre va a ser mejor para mi está sentada frente a mí, con la cabeza baja. No importa cuantas veces discutamos, gritemos o yo te mande a tomar por culo y me vaya donde Sofía a dormir. Siempre volveré a ver como estas, siempre voy a cuidar de ti, cielo. No me importa si dejas el boxeo y decides trabajar de zoóloga y llenar nuestra casa de monos y felinos, o si decides vender jugo de naranja en la esquina. No me importa lo que hagas, me importas tu y como te sientas haciendo lo que eliges. Esto aquí para levantarte y si no, me acuesto a tu lado y te ayudo acostada, y mejor aún, así no estoy parada todo el tiempo — Rio leve y pude ver como lloraba.

Me acerque a ella con cuidado y la abrace sintiendo como me apretaba más fuerte a su cuerpo y comenzaba a llorar pero después su cuerpo comenzó a moverse y me percate de que estaba riendo.

— ¿Qué? — Estaba confundida hace unos segundos lloraba y ahora ríe — ¿De qué te ríes?

Me miro con aquellos ojos cansados por la falta de sueño y rojos por el llanto, pero de un verde precioso.

— Aun te debo aquel chocolate, ¿Sabes? — Dijo de la nada y me quede mirándola por unos segundos para después tapar levemente mi boca con mi mano y reír.

Lleve mis manos a su cuello y aun riendo, la bese.

— Eres tan idiota a veces — Dije entre besos tratando de darle uno largo al final pero nuestra risa no nos dejó — Pero te amo — Y esta vez sí pude dárselo, separándome cuando necesitábamos tomar aire — Y si, aun me debes ese chocolate.






°°°



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Aprovecharé a despedirme de una vez, aún falta 1 capítulo pero quiero hacerlo de una vez, gracias a todos los que estuvieron leyendo esta magnífica historia y también gracias por el apoyo, espero que les haya gustado tanto como a mí.

Sin más, nos vemos mañana.

K.O   ||   YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora