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Frote mis manos al sentir el frío pegarme con fuerza. Era el cuatro de enero y ya nos encontrábamos de vuelta en Nueva York. Se podía ver en la cara de Yuri lo cansada que estaba y podía echarme la culpa de aquello, me había pasado el vuelo casi completo, molestándola, no dejándola dormir.

Nos encontrábamos frente al aeropuerto esperando por Samilu, la cual llego en poco tiempo. Ambas se saludaron de su forma peculiar para luego la morena abrazarme y decirme que esperaba que haya disfrutado del calor de Miami, ya que aquí, se me congelaría en culo del frío. Como era de costumbre, reí al escucharla.

— ¿Ya no quedan más fiestas cierto?, por un buen tiempo al menos — Comento la latina. Yuri sonrío y se encargó de contestarle.

— San Valentín y la más importante. El cumpleaños de Vale, es en marzo — Reí leve al escucharla.

— Oh mierda, si, Vale, tienes que decirme que quieres de cumpleaños — No estaba muy emocionada por aquello.

— ¿Crees que puedas conseguirme un Pug o tal vez un Corgi Husky? — Reí al ver su cara.

— ¿Me ves cara de veterinaria o que trabajo en alguna? — Negué con una leve sonrisa — Entonces no, no puedo conseguirte un perro. Suficiente tenías con este chico que salías, ¿Para qué quieres más? — Reí al escucharla — Además — Apunto a Yuri — Mira a Yuri, es mejor. Toda entrenada para obedecerte — Solté una carcajada al escucharla y como Yuri la miraba mal con su cabeza recostada en el asiento — ¿Casa o apartamento? — Yuri se apuntó a ella misma y con eso nos dirigimos a la casa de la pelinegra.

Pensar que el tiempo había pasado lento y decirles que fue de aquella forma, seria hablar mentira.

En un abrir y cerrar de ojos San Valentín había pasado. No hicimos nada en especial, aunque eso no quiso decir que la noche no haya sido perfecta. La mayoría de las parejas seguro habían cenado, hablado mientras la cena pasaba, se acostaban y terminaba su noche, o algunas solo iban a su casa luego de aquello. Claro, siempre hay excepciones.

Mientras Yuri y yo, pasamos parte de la tarde y toda la noche, vestidas al descuidado y viendo películas tanto clásicas como actuales, en su lugar favorito de la casa. Bebiendo algo de vino pero no lo suficiente para emborrachar, comiendo chucherías y recibiendo toda clase de mimos departe de ambas hasta quedarnos dormidas en ese cómodo sofá de piel a altas horas de la madrugada.

Y antes de que me fuera a dar cuenta estaba a dos días de mi cumpleaños. Notaba a Yuri algo nerviosa, siempre preguntándome que quería de cumpleaños y por más que me riera y le dijera que podía regalarme lo que sea mientras pasara el día completo conmigo. No había problema alguno. Aun así siempre volvía a preguntar.

Y fue entonces cuando llego ese día. Desperté por los gritos de Sofía cantándome cumpleaños mientras Majo la mandaba a callar, para después sentir un peso encima de mí y como me lo imaginaba, se había abalanzado sobre mí y aunque quería enojarme con ellas, no podía. Simplemente eran parte de mi vida, de mi día pero sobre todo mi familia. Así que solo comencé a reír mientras tapaba mi cara por la vergüenza al escucharla gritar, sé que podía escucharse en todo el edificio.

— Arriba mamasita, ya son 23. Vamos a disfrutar este cumpleaños como manda Dios — Sofía hablo mientras se levantaba de la cama.

— Sofía no digas el nombre de Dios en vano — Reí leve tapando mi boca y ver como salían ambas de la habitación mientras discutían.

Me dejé caer en la cama y sonreí al ver el lado izquierdo desarreglado. Le había llamado a la ojimarron a la una y media de la mañana, diciéndole que había escuchado ruidos en mi habitación, como era de esperarse Yuri solo gruño y dijo que llamara a la policía que eran las una de la mañana y ella no era ni la mujer maravilla ni Superman. Pero al explicarle que Sofía me había obligado a ver una película de terror y tenía un miedo de mierda, incluso se me notaba al hablar, solo soltó un gruñido y cerro la llamada.

K.O   ||   YuleriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora