Estaba aquí sentada en mi auto mirando al vacío, pensando si esto sería buena idea y tenía la respuesta. No. No era buena idea, mi entrenador me mataría y me daría de baja si me descubría aparte que me haría sufrir en los entrenamientos, pero una gran parte de mi quería hacerlo, sentir esa adrenalina de la gente apostando, gritando con euforia por ver sangre, no es que sea una psicópata, pero no saben la adrenalina de no saber tu contrincante hasta el momento, y que la pelea todo sea posible, y que solo acaba cuando una de las contrincantes este muy mal o noqueada. Así que solo tomé un gran bocado de aire y agarré mi bolso de la parte de atrás del auto y abrí la puerta para ir a la gran puerta de hierro que había al final de una escalera. Al tocar una pequeña rejilla se abrió y solo pude ver los ojos de la persona que estaba al otro lado y cuando me vio pude saber que sonrío por sus ojos.
- Yuri - Dijo el hombre - Bienvenida de nuevo - Sonreí y le di la mano para después abrazarlo.
- ¿Aun trabajas aquí Robin? - Dije riendo y el me siguió.
- Aquí me ves, no tiempo completo solo de viernes a domingo - Asentí - ¿Vienes por dinero o un poco de diversión? - Preguntó.
- Sabes que dinero no necesito, y por algo de diversión, pero de pelea - Aclare y el rio negando.
- Cuando vi a tu amiga venir no me lo esperaba. Pasa, está donde siempre - Dijo haciéndose a un lado y le di un abrazo, con un hasta luego y entre al lugar.
Mientras caminaba por un largo pasillo se podía escuchar boom de la música a través de las paredes y al pasar unas cortinas negras pude identificar ''High For This'' sonando y el lugar lleno de personas de todo tipo, con tanto dinero para poder comprar Alemania y aun así seguir comprando. Grandes políticos, empresarios, actores, todo tipo de gente. El olor a marihuana, alcohol y sexo barato se podía oler apenas pasar esas cortinas. Todos juntos por una sola cosa. Peleas clandestinas, peleas ilegales, ya que las que si son permitidas para ellos no tenían suficiente sangre o diversión. Increíble, lo sé. Pero aquí es donde la mayoría de los entrenadores de boxeadores más grandes y famosos del mundo vienen buscando nuevos prospectos.
Jackies es un bar desde las diez de la mañana hasta las diez de la noche, luego de eso, se convierte en uno de los lugares con las mejores peleas ilegales que podrás ver. Pasé por el lugar donde estaba la fiesta, chocando con personas y esquivando otras hasta llegar a otra puerta y tocar varias veces. La abrieron un poco y un chico que nunca he visto me vio de arriba a abajo para después abrir la puerta por completo y cerrarla de inmediato desde que pase. Al entrar en medio de esta sala estaba el ring vacío, esperando ser ocupado y sonreí recordando aquellas veces que estaba en él y caminé a donde estaba Sami. Al entrar la vi hablando con dos personas que se veían importantes debido a cómo iban vestidas. Ella volteo a verme y esta se despidió, caminó en mi dirección.
- Apostadores - Dijo y asentí - ¿Cómo estás? - Preguntó.
- Nerviosa - Dije y comencé a reír ella me miro confusa - Se me había olvidado de que eres tú la que hablaba para las apuestas - Dije y ella rio.
- Por eso hago el curso de negocios, soy demasiado buena en todo. Ponte comida, no te toca en un buen rato - Dijo dándome un apretón en el hombro - Iré hablar con Robin para matar el tiempo, ¿Puedes creer que aún está aquí? - Dijo riendo mientras salía del cuarto y yo reí igual. Al escuchar la puerta cerrarse solté un suspiro tembloroso porque, aunque no lo demostrara tenía miedo porque de aquí nunca nadie salía limpio, sea hombre o mujer. Y aunque aquí fue como mi entrenador me encontró, se me prohibió estas cosas desde que acepte que el me representara junto con los patrocinadores. Y que pasaba si se enteraban de que estaba, fácil hoy me lo dieron libre. ¿Mi castigo?, no campeonato.
La habitación en donde estaba no era para nada linda, se veía vieja con la pintura desgastada, muchas grietas en las paredes y algunas en el techo. Con dos bancas de hierro, algo oxidadas y un saco de golpes también algo desgastado. Me cambie de ropa, poniéndome con la que iba a pelear y recostándome en la banca con un brazo tapando mis ojos, mientras descansaba un poco antes de que tenga que salir.