Había acabado con mis horas en el gimnasio cuando entré a mi habitación y la encontré como mismo la deje. Con Valeria acostada en la cama, las ventanas cerradas, y Sami sin aparecer. Entonces camine a la latina y deje un beso en mitad de su espalda que la hizo levantarse. Y me asuste cuando se sentó de repente.
— ¿Qué hora es? — Pregunto asustada.
— Las diez de la mañana. ¿Por qué? — Valeria se cubrió la cara con sus manos mientras negaba.
— Tengo encuentros de fans con las chicas en una plaza, se supone es a las diez — Ella se levantó de la cama justo como Dios la trajo al mundo y camino a su celular — Lo que me imaginaba, debo irme o me mataran — Comenzó a ponerse su ropa para salir a su habitación y cambiarse allá pero paro en la puerta abierta — ¿Tienes que ir con el entrenador ahora? — Negué.
— Tengo entrenamiento a eso de las cuatro, ¿Por qué? — Ella sonrió dulce y solté un suspiro.
— ¿Quieres ir a la plaza donde estaremos? — Sabia que lo iba a preguntar.
— Si Sami va conmigo — Ella asintió rápido y se despidió diciéndome que me enviaría la dirección cuando estuviera allá.
Cuando se fue, yo me iba a dedicar a buscar a mi amiga ya que no la veía desde ayer cuando decidí salir de la disco a tomar aire y me encontré con Valeria. Eso haría cuando abrí la puerta de la habitación y la encontré con la llave a medio camino y el olor a sexo, junto con alcohol y algo de cigarrillo se podía sentir a kilómetros. Me hice a un lado para que entrara y ella se fue directamente a su cama.
— Levántate y date un baño, vamos a la plaza — Escuche como soltó un gruñido y como el sonido de la puerta del baño siendo cerrada le seguía después.
Al Sami salir la seguí yo y al cambiarme decidí ponerme algo simple y cómodo. Un jean negro no tan ajustado a mis piernas, una camiseta blanca de cuello v y un abrigo largo de algodón el cual me llegaba hasta mitad de las piernas, sin maquillaje y solo pasando unas cuantas veces mis manos por mi cabello. Al salir encontré a mi amiga vestida igual que yo lo único que todo en ella era negro y con gafas grandes que cubrían sus ojos, sin maquillaje y el cabello mojado al igual que el mío de la ducha.
— Vaya sol hace, ¿No? — Ella me saco su dedo medio y comencé a reír mientras salíamos del hotel. Y es que esa mañana no había nada de sol, el cielo en París estaba nublado a pesar de que eran las once de la mañana.
Al llegar a la plaza esta estaba repleta de gente, de todo tipo y de casi todas las edades. Aparte de que habían unos que otros reporteros. Sami y yo decidimos darnos una vuelta, y avisándole por mensaje a la latina de que estaba en tiendas, entre con mi amiga a una tienda de deportes.
— Necesito nuevas vendas. Se me han desgastado las blancas de entrenar — Me dirigí directamente al área de boxeo con Samilu pisándome los talones. La mire con el ceño fruncido y ella rio.
— ¿Qué pasa con las que te regalo Valeria? — Y no pude evitar reírme al pensar en uno de sus regalos de cumpleaños. Me había regalado unas vendas de boxeo color rosa con el nombre ''Vale'' en color negro cosidos en la parte de arriba cuando te ponías las vendas.
— Esas las uso cuando tengo pelea. Las usare por primera vez en el campeonato, así me dan suerte — Sami rio conmigo y agarre unas vendas amarrillo lumínico y se las enseñe a mi amiga y esta hizo una mueca de desagrado.
— Buenas — Escuché que dijeron a mi lado, con un acento francés bastante notable y al girar no pude evitar abrir ligeramente mis ojos al ver la chica tan guapa que había a mi lado.
— Dios mío... — Escuche que murmuro Samilu y di un asentamiento en acuerdo con ella. Si es cierto que solo tenía ojos para Valeria, porque a este punto estaba que si ella me pide tirarme de un puente y caer de pie, me tiraría cuantas veces sea necesario hasta caer de la forma en que lo pidió. Pero eso no impedía que pensara que hay mujeres hermosas también aparte de ella.