𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟰: nos vamos de fiesta

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—Mamá no volverá hasta dentro de dos meses, ¿cierto?

Flynn comía apurado los cereales con leche que se sirvió, tirándolo todo como un animal y ensuciando la mesa.

Mamá solía irse de viaje de negocios muy a menudo. Y usualmente no volvía a casa luego de un par de meses a menos que sea para pasar las fiestas.

Lo miré con una mueca, esperando una respuesta. Tenía toda su atención puesta en la pantalla mientras se llevaba cucharadas de cereal a la boca. Revolví los míos distraída, hasta que finalmente obtuve una respuesta.

—¿Eh?

No me miró, simplemente siguió con los ojos en la pantalla. Puse los ojos en blanco.

Este hombre es un animal comiendo y tiene el oído de una vieja de ochenta y cinco años. De hecho, creo que una vieja escucha mejor que él.

—¡Pregunté si mamá no volverá hasta dentro de dos meses!

—¡Quizás un poco más! ¡Y no hace falta que me griteeeeeeeees!

—No tengo la culpa de que tengas una sordera de aquella.

No había manera de que este hombre tenga veintiséis años.

Me levanté del taburete y dejé el bol vacío junto al lavaplatos. Me acerqué al enorme espejo de la sala y me peiné los bucles con los dedos.

Continué viendo al profesor Reed durante la semana, y fue una tortura. Verlo ahí de pie frente a la pizarra, tan firme e imponente. Me recordaba a la noche en la que se plantó frente a mí, acorralándome y diciéndome que solo era una niña insoportable. Inconscientemente apreté los puños.

Tomé mi bolso y metí algunos apuntes y libros que me faltaban. Le pedí a Flynn de manera agresiva que por favor levantara el culo de la silla. Estábamos llegando tarde.

—Ya voy, ya voy... —refunfuñó.

Finalmente se puso unas zapatillas espantosas y salimos al pasillo en dirección al elevador.

—Ah, casi lo olvido. Jason... —se dio cuenta de lo que dijo y rápidamente se retractó—: Quiero decir, el profesor Reed, vendrá esta noche a cenar.

¿Esto es una broma de mal gusto?

Comienzo a creer que sí.

No pisará esta casa otra vez, ya con una fue más que suficiente por no decir innecesaria.

Me di cuenta que puse una cara de espanto porque Flynn se apresuró a decir:

—Tranquila, no invadiremos tu privacidad —explicó tan tranquilo—. Nos iremos de fiesta.

De fiesta... Apuesto a que el profesor va con el propósito de emborracharse y enrollarse con cualquiera que se le cruce.

Ya te gustaría cruzarte con él en esa fiesta.

Y como siempre, mi estúpida conciencia hablaba por mí antes de que pudiera retractarme.

—¿Sabes qué? Iré con ustedes.

Esta vez Flynn puso una cara de espanto.

—Ni de broma. Tú te quedas.

—No, yo voy —insistí, tan testaruda como siempre—. ¿Dónde es y a qué hora?

Parecía que estaba a punto de estallar de la risa en mi cara.

—Estás chiflada si crees que te dejaré ir.

Me hizo a un lado y llamó al elevador. No sabía realmente dónde podía ser esa bendita fiesta. ¡Yo no salgo de fiesta! Me quedo encerrada en mi habitación, comiendo lo que encuentre en la nevera y mirando películas o leyendo libros.

Tuya En Secreto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora