𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 𝟮𝟯: si no cuidas a la flor, esta muere

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—¿Color favorito? —pasé mis dedos por su pecho, sintiendo la calidez que emanaba su cuerpo.

Me miró como si hubiese hablado en un nuevo idioma del que todavía no se conocía.

—¿En serio? —preguntó con el ceño fruncido y una sonrisa de lado.

Su mano acariciaba la parte baja de mi espalda con delicadeza, causando escalofríos por todo mi cuerpo.

Acababa de experimentar uno de los momentos más excitantes y eróticos de toda mi vida. A pesar del frío, nuestro ejercicio previo nos dejó lo bastante sudados como para poder sentir lo helada que estaba la habitación. Tiene calefacción y no la usa; algo inentendible.

—No especificaste qué tipo de preguntas —me excusé.

—Azul —respondió al cabo de unos segundos—. ¿Qué hay de ti?

—Rojo. —Miré su torso desnudo, sus abdominales marcados y unos pechos más apetecibles que los míos—. Te toca.

—Ya hice mi pregunta.

—¡Eso no vale! —protesté—. Tiene que ser una pregunta diferente, tonto.

—Ese "tonto" estuvo de más —se hizo el ofendido.

—Cuando dejes de llamarme Ricitos, dejaré de llamarte por lo que eres.

—Entonces vivirás llamándome tonto por el resto de tu vida.

Sonreí, negando con la cabeza.

—Vamos, pregúntame algo.

—¿Por qué eres tan hermosa? —Su mano recorrió toda mi espalda, siendo tierno y delicado, pero a su vez sus ojos irradiaban una pizca de deseo.

—Eres un idiota. —Hice mi mayor esfuerzo por no sonrojarme.

—Ya me lo has dicho.

—Te dije que eras un tonto —corregí.

—Es lo mismo.

—Claro que no.

—Y fue una pregunta seria. —Lo miré con odio, obligándolo a hacerme una pregunta—. Bien, ¿Cuándo comenzaste a odiarme?

—En mi primer día, se cayeron todas mis cosas al suelo y ni te molestaste en ayudarme. —Recordé aquel momento con una sonrisa. Irónico que hace dos meses atrás me parecía de lo más irritante—. Sí, desde aquel día.

—Mentira.

—¿Qué?

—Ya que sabes tanto, dime por qué es —lo alenté—. Estoy intrigada —lo miré curiosa.

—Es porque te volví loca desde el primer momento en que me viste —dijo.

Su cabello alborotado, esa sonrisa de lado, su cuerpo desnudo. Esto es demasiado para mí, y cada palabra que sale de su boca es mejor que la anterior, provoca cosas en mí que no puedo controlar.

—¿Podrías dejar de decir esas cosas en voz alta? —Aparté la mirada, avergonzada.

—¿Qué cosa? ¿Que te vuelves loca por mí? —Me sonrió nuevamente.

Me separé de él y me metí debajo de las sábanas, muerta de vergüenza. Escucharlo reír lo empeoró todo, ahora me sentía el doble de ridícula.

—¡De acuerdo! —dijo entre risas—. Ya no me burlaré, te lo prometo. —Se metió bajo las sábanas y me sujetó de la cintura. Volví a hacerle frente y lo miré a los ojos.

Enredé mis piernas sobre las suyas, quedando sobre su cuerpo, cubiertos por las sábanas. Sus manos bajaron a mi culo, a lo que inmediatamente respondí sujetando sus manos y atrayéndolo nuevamente a mi cintura.

Tuya En Secreto #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora