Familia

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~•~• CAPÍTULO TREINTA Y UNO •~•~•

SAÚL

Cuatro días seguidos despertando con ella a mi lado, y cada vez se hacia  mas adictivo. Me desperté y me levanté de la cama, deje que ella continuara durmiendo,  sin hacer mucho ruido salí de la habitación y baje a la cocina.

Me prepare un licuado de proteína, y me senté en la barra, tomé mi celular y comencé a contestar mensajes. 

 
SAUL:
Gracias por las pulseras, le han gustado mucho a Iliana. 


ISABELLA (MAMÁ):

Ella es una chica muy linda, claro que le iban a gustar. 
Vayamos a cenar esta noche, en familia. 

SAUL:

Sabes que me encantaría, pero no.

ISABELLA (MAMÁ):
Solo ustedes dos, Saraí, Gerardo y yo. Una cena tranquila. 
Saraí quiere conocer a tu novia y tu hermano dice que quiere conocerla mejor. 

SAUL:

Necesitó preguntarle si puede, en un rato te avisó cualquier cosa. 

ISABELLA (MAMÁ):
Esta bien, dame un espació en tu agenda antes de irle a Orlando. 

SAUL:

Haya cena o no, te ire a ver antes de irnos. 

ISABELLA (MAMÁ):
No te creo Saúl Alejandro Ferreira Castro. 
Avísame sobré la cena, y salúdame a Lili. 

Me gustaba como mi madre ya tenía una forma cariñosa de decirle a Iliana, así como yo en los momentos que no le decía Corazón o Amor, la llamaba Lía. 

Me terminé el licuado y saqué una botella de agua, y subí a mi habitación otra vez, cuando entre Iliana estaba viendo su celular. 

─Buenos días.─le dije y saqué unas vitaminas del cajón de mi mesita de noche. 

─Hola.─apago su celular y me miró.─Buenos días. 

Siempre me había gustado verla en pijama y sin maquillaje, como la primera noche en que la fuí a buscar. 

─Yo creí que no estabas.─dijo cuando no respondí nada. 

─Estaba allá abajo, solo que no te quería despertar.─me tome la pastilla y me volvi a meter en la cama.─ ¿Qué tal dormiste? 

─Muy bien, eso de dormir abrazada toda la noche se me esta haciendo costumbre, si sigues asi no me voy a querer ir nunca.─se acercó más a mi.

─Tal cosa me has dicho, avísale a tu tía que ya vas a vivir conmigo.─la abrace y comencé a besar sus mejillas. 

Ella comenzó a reírse y las risas terminaron en besos. Siempre tenía antojo de sus besos, y cuando llegaba el momento de besarla me tenía que controlar para detenerme. 

─Oye Corazón. ─me separe de ella y ambos nos sentamos en la cama. 

─Dime.─se acomodo el cabello y se puso una almohada en la espalda. 

Por La FamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora