Choi Soobin siempre ha sido la clase de persona que se enamora de la idea del amor.
Quiere vivir un romance con una chispa inigualable y ha rechazado a muchas personas para conseguirlo, ahora a sus 29 años empieza a creer que, tal vez, esperar a su...
"Tendido y dormido entre caricias nocturnas vi a mi amor inclinarse sobre mi triste lecho, pálido como el fruto de la hoja del lirio más oscuro, raso, despojado y sombrío, con el cuello desnudo, listo para ser mordido, demasiado blanco para el rubor y demasiado ardiente para estar inmaculado, pero del color perfecto, ausente de blanco y rojo.
Y sus labios se entreabrieron tiernamente, y dijo —en una sola palabra— placer.
Y toda su cara era miel para mi boca, y todo su cuerpo era alimento para mis ojos;
Sus largos y aéreos brazos y sus manos más ardientes que el fuego.
Sus extremidades palpitando, el olor de su cabello austral, sus pies ligeros y brillantes, sus muslos elásticos y generosos y los brillantes párpados daban deseo a mi alma."
Love and Sleep, Algernon Swinburne
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Cap. 21| HAPPILY EVER AFTER.
Choi JongHo.
¿Cuándo fue la última vez que sentí algo realmente bueno? Muy seguramente, fue hace unos 15 o 20 años, antes de que me convirtiera en lo que soy ahora.
No sé porque estoy teniendo este tipo de pensamiento banal cuando corro a través de la calle para alejarme de mis atacantes. La luna está en lo alto del cielo, en un día cualquiera estaría a miles de kilómetros tratando de buscar un cuerpo para poder cenar, pero hoy, soy yo quien corre por su vida ocultándose de los cazadores.
Una manada de lobos me estaba persiguiendo desde que salí de un bar cercano a esta zona, uno de los mayores debe tener un desprecio particular por los de mi especie, pues apenas quise alejarme recibí un corte en el estómago con un talismán antiguo que me paralizo de inmediato.
He estado tratando de alejarme lo más rápido que me permitía mi cuerpo mal herido, pero incluso así, sé que es cuestión de tiempo para que me alcancen.
El último rayo de esperanza se alberga en mí ser cuando descubro un portón con una pequeña bandera blanca dibujada en la parte superior.
Para los humanos ese símbolo pasaría desapercibido como una simple decoración, pero sabía que para los lobos significaba que no podían pasar a ese territorio.
Así que, en un intento de salvar mi pellejo, salte al otro lado rompiendo uno de los vidrios de la entrada de la casa, dejándome caer en la tapicería del sofá.
> Esto es todo, aquí voy a morir< pensé, mientras pasaba mi palma por mi abdomen sintiéndolo empapado de sudor y sangre que me brotaba del cuerpo.
