Capítulo 20

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Apolo se hallaba en el templo de Artemisa en el Olimpo, rodeado de libros, inmerso en una búsqueda y lectura desesperada.

-¿Ya encontraste algo? - preguntó Artemisa intrigada mientras veía la preocupación en cara de su hermano

-¿Me veo con cara de que he encontrado algo? - respondió Apolo molesto- el poder del arco es incomprensible, no puedo con el dolor que siente mi mano, y digamos que no tiene un buen color, lo he intentado todo

-Puedes ir con las horas, ellas siempre tienen una respuesta a las inquietudes, posiblemente ellas te puedan ayudar con eso- respondió Artemisa sabiamente

-Las horas, divinidades que presumen una gran inteligencia, no existe más arrogancia que esa- añadió Apolo molesto

-Pierde la mano entonces- dijo Artemisa ignorando la molestia de Apolo

-¿No hay otra opción para humillarme más? Digamos que las Horas no son fanáticas de que yo les visite

-Hay veces que debemos de dejar el orgullo a un lado...

-Hablas tan segura al respecto ya que tu ego no está en juego, un Dios como yo no se doblegará ante unas ninfas arrogantes que solo presumen su inteligencia

-Y volvemos a lo mismo...

-Iré solamente por que no encuentro respuestas a mi padecimiento, probablemente mi biblioteca y la tuya está carente de cierta información que poseen ellas

-Información que ciertamente debieron de compartir con sus ninfas. A lo que yo se la ninfa de Capricornio se ha especializado en curaciones y más pócimas, le puedes pedir una audiencia a Sagitario.

-Sagitario no se puede enterar de esto-mencionó molesto- haré una audiencia con ellas, podrían ser de ayuda. Ahí me encargaré que ellas no le sigan ni una palabra a Sagitario- dijo Apolo abandonando el templo de Artemisa

Apolo se encaminó hacia el templo de las Horas, las cuales eran objeto de gran respeto entre los dioses, ya que ofenderlas o atacarlas equivaldría a ofender directamente a Zeus. Al llegar al lugar, Apolo apareció en la entrada del templo, el cual mostraba señales de daño debido a la visita anterior de Ares. Allí, fue recibido por Aneu, la antigua ninfa de Sagitario.

-No quiero preguntarme qué hace un dios en el templo de las Horas, pero espero y tengas una buena razón para estarlo- dijo Aneu mientras se encontraba sentada leyendo.

-Me place el tener una razón muy válida- dijo Apolo mientras le mostraba su mano a Aneu, esta levanto la mirada

-¿Cómo termino tu mano así? - pregunto con desinterés y regresando a su lectura

-Aneu, eres la persona menos indicada para recibir a los pocos visitantes que tenemos -dijo Gia, antigua ninfa Cáncer-dios Apolo es un gusto el tenerte aquí, Samay menciono el que vendrías, pero no cuando, digamos que no es la mejor comunicando información

-Estoy agradecido el que hayan aceptado el verme, realmente necesito de su ayuda, aunque no quisiera- dijo Apolo diciendo para él mismo lo último

-Mara, ya que te encuentras husmeando, lleva a Apolo con Elion- dijo Aneu viendo a Mara, antigua Ninfa de Tauro asomarse por detrás de los pilares detrás de ella

-Es extraño el ver un dios en el templo- dijo Mara poniéndose detrás de Gia

Apolo observaba con extrañeza a las tres Horas que estaban presentes en el templo, hasta que Mara se acercó a él y tomó su brazo para examinarle detenidamente.

-Es sorpréndete el que sigas vivo- dijo Mara mientras veía seriamente a Apolo- si eso sigue subiendo hasta tu brazo y llega a rosar tu corazón morirías, pero eres un dios, lo cual te lleva a un destino peor, sufrimiento eterno hasta que tengas que suplicar por morir.

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