Capítulo 9

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Los meses transcurrían y el misterio de la desaparición de Sagitario persistía sin respuesta. Las ninfas, decididas a proteger a sus dioses, permanecían a su lado como guardianas incansables. Mientras tanto, Piscis cumplía su deber en el reino de Poseidón, resguardando el corazón de su palacio, cuando de repente, una inesperada descarga atravesó su mente como un relámpago.

-Sagitario...

El aura de Sagitario se debilitaba, una sensación que no pasaba desapercibida para las ninfas. Sin embargo, la imposibilidad de comunicarse entre ellas las dejaba sumidas en incertidumbre. La preocupación se apoderaba de sus rostros, pues nunca habían presenciado una disminución tan profunda en el aura de ninguna de ellas, y la de Sagitario se extinguía lentamente.

Mientras tanto, Apolo descansaba en un sueño profundo hasta que un débil grito lo sacó de su letargo. Abrió los ojos con un semblante preocupado, incorporándose rápidamente en su cama. No comprendía lo que estaba ocurriendo, ya que en su sueño había presenciado una cruenta batalla que de repente se desvanecía en medio de gritos de dolor y desesperación, dejándolo sumido en la confusión y la inquietud.

-Dios Apolo, ¿sucede algo? - Aries había aparecido en la habitación de Apolo

-¿Escuchaste eso?

-¿Qué?- comentó Aries confundida por lo que Apolo decía

-Nada, debió de ser un sueño- Apolo se sentó en la orilla de la cama

Aries abandonó la habitación, dejando a Apolo desconcertado por la situación. El dios del sol intentó volver a conciliar el sueño, centrando sus pensamientos en el enigmático sueño que lo había perturbado, pero fue en vano; el grito que lo había despertado se negaba a desvanecerse de su mente.

Con la llegada del sol, Apolo finalmente se levantó de su cama, sus ojeras eran un reflejo evidente de la falta de sueño que había experimentado tras aquella agitada noche. Sus pensamientos se sumían en recuerdos y reflexiones. Entre ellos, emergió un recuerdo vívido del día en que Ares había visitado Delfos, con la intención de persuadir a Apolo para que se uniera a su causa en contra de los dioses y las ninfas. Cada detalle de la conversación resonaba nítidamente en su mente.

-Apolo, eres un gran dios. Todos los dioses te respetan, y sabes que ese respeto es miedo, saben lo poderoso que eres ¿no quieres que te reconozcan por eso? tener el poder absoluto

-No me interesa Ares- dijo volteando la mirada y dirigiéndose a otro lado -¿por qué querrías destruir el Olimpo por un poco de poder? después de tu guerra no quedara nada que gobernar

-Quiero que nos teman Apolo, y tengo la aliada perfecta

-¿Ella también tiene tus mismos aires de grandeza? ¿está dispuesta a sacrificar todo por ti? por favor, Ares - dijo burlándose- basta con eso, no siempre debes de estar del lado de la venganza

-Yo creo que hay veces en que hay que dar la vida por la causa- dijo Aledis, que apareció recargada en un pilar, acercándose a ambos para ver a Apolo

-Creo que ya sé por qué no quieres unírtenos Apolo, es una ninfa, ¿cuál de todas?

-Sagitario no tiene nada que ver con esto, solo me pidió un favor una vez, es todo

-Se que quieres esa ninfa para ti Apolo, ¿crees que nadie se da cuenta que vas a visitarla o que la hostigas constantemente?

-Te enamoraste de una ninfa- dijo riéndose- Apolo, dios de la muerte súbita, detrás de una simple ninfa, hay cosas mejores -comentó Aledis con tono de decepción-esas ninfas no tienen nada que ofrecer, son débiles a comparación de nosotros. Apolo serías de gran ayuda si te nos unes imagina que tan grandes seriamos y todo lo que reinaríamos-Aledis pasaba su mano delicadamente por la cara de Apolo hasta que esté la tomo y la estrujo

Guerreras del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora