Título: La Bruja del Mar. Partes: aún no sé si haré un segundo capítulo o una novela a partir de este one shot. Advertencias: inspirado únicamente en OPLA. FC: Penelope Cruz.
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ㅤTODOS SABÍAN QUE LA VIDA PIRATA era dura, pero aquello resultaba incluso surrealista. Su propio abuelo le estaba dando una soberana paliza sin casi despeinarse, mientras los demás sombrero de paja solo podían mirar. Luffy yacía en el suelo después de haber sido golpeado a metros de distancia de la posición en la que se encontraba Garp, intentando con todas sus fuerzas ponerse en pie mientras sangre salía en hilo de su boca. Todos sus nakamas de una forma u otra habían sido neutralizados, en parte por ser apuntados por armas de fuego, obligándoles a mirar con horror aquella “disputa familiar”.
“Vamos, levántate. ¿Dónde quedó el fanfarrón pirata que prometía ser el próximo rey?”
La voz del almirante sonaba tensa, llena de resentimiento hacia una vida que odiaba y a un niño al que había depositado toda su fe y había elegido el camino equivocado. Todo quedó en silencio, hasta que el sonido del silbido de una hoja se escuchó a las espaldas del hombre. Un arma que podría reconocer en cualquier lugar, cuya punta ahora se apoyaba en su espalda. Pero no fue la hoja lo que lo dejó tenso y blanco como un fantasma, sorprendiendo a todos los presentes, fue saber a quién pertenecía. Alguien a quién creía muerto, y que no estaría nada contento con sus acciones.
“Te creía muerta.” Fue cuanto pudo decir, sin atreverse a mover un solo músculo.
“Alguien apodada como La Bruja del Mar no puede morir con tanta facilidad, viejo.”
Todos los piratas sombrero de paja se miraron unos a otros, sin saber qué estaba ocurriendo y también miraban con preocupación el estado de Luffy, que solo había podido levantar parcialmente la cabeza para mirar también el espectáculo. Solo hubo un nakama que parecía afectado por las palabras femeninas, y ese era Zoro, que no apartaba la mirada del almirante, que obstaculizaba la visión de la recién llegada.
“Te subestimé.”
“Como siempre... Ahora aparta tus sucias manos de marine de mi hijo.”
“¿Hijo?” Esa pregunta fue colectiva. Nami, Usopp, Sanji e incluso Koby también presente junto a algunos marines preguntaron al unísono.
Garp caminó unos metros a la derecha mostrando al fin a la recién llegada. No había duda que era una pirata. Sus ojos negros como el azabache brillaban furiosos bajo la luz que entregaba la iluminación del lugar, sus rasgos finos, a pesar de ser encantadores, lucían fieros como los de un ser al que temer. Sostenía una espada con una hoja negra más ancha de lo que se vería habitualmente, que apenas reflejaba luz, como si estuviese maldita. Su empuñadura dorada brillaba tanto como el oro, pues era realmente de ese material.
