Cuando dos niños nacieron en una época que solo importaba el poder y la riqueza. Fueron separados para que nadie pueda quitarle la corona al Rey Kim.
La dinastía Kim era la que todos consideraban la mejor, todo el reino adoraba al rey y el príncipe...
El momento de la ejecución llegó, todos los presentes estaban ansiosos, con la presencia del Rey y el príncipe.
Al fin podrían castigar a uno, de los tantos ladrones que existían en el reino.
―Qué esto sirva de lección ―dijo el Rey con voz firme y severa ―Cualquiera que vuelva a robar a mi reino o a mí, recibirá el mismo castigo.
Todos los presentes asintieron con la cabeza, era la primera vez que el Rey hacía una cosa como está.
―Pueden traer al ladrón ―los soldados hicieron una reverencia y fueron hasta la celda del prisionero.
Cuando volvieron con el ladrón, todos comenzaron a abuchearlo, diciendo cosas horribles y que se merecía este tipo de castigo.
El ladrón se encontraba oculto, debajo de una tela que cubría todo su rostro, dejando solo una abertura para sus ojos.
―Quiero ver su rostro ―ordenó el Rey, viendo como su hijo seguía con la mirada al ladrón.
Los soldados cumplieron la petición, quitaron la tela de su rostro con lentitud, tratando de poner intriga.
Al quitarlo, se sorprendieron en demasía, no podían creer lo que estaban viendo.
Intercalando la mirada entre el ladrón y el príncipe, ambos eran iguales.
El Rey también quedó desconcertado, esto no podía ser real, no debía serlo.
―¿Príncipe? ―preguntó el soldado, que seguía intercalando la mirada.
Todos los del pueblo también se sorprendieron, empezando a murmurar entre ellos.
―¿Seguirás sosteniendo a tu príncipe de esa manera? ―indicó al soldado que lo seguía sosteniendo, tan pronto como se dió cuenta, soltó las manos del príncipe.
Nadie fue capaz de moverse, tampoco podían salir más palabras que unos simples murmullos.
―¿Cómo es posible este suceso? ¿Cómo pueden existir dos príncipes? ¿Puede explicarlo? ―lo miró a los ojos, mostrando ligeramente su cuello ―Mi Rey.
El Rey se puso pálido, porque la marca en el cuello de Jungmin no estaba, ese no era su hijo.
―Yo...
―¡Admita que abandonó a uno de sus hijos! ―gritó Jungmin, asustando a los soldados.
―¡Admita que mató a la Reina! ―la mamá de aquella cortesana apareció, colocándose detrás del Rey ―¡Admita que arruinó la vida de mi hija!
Los soldados estaban a punto de alejar a la señora, pero Chan se interpuso, impidiendo que se acercarán.
―Mi querido Rey, admita que usted vino a Corea con puras mentiras ―mostró el cuaderno del Rey ―aquí está escrito, en letras chinas su verdadero nombre, Shin YuanJen.
De pronto todos los de la Corte Real comenzaron a reclamar, no creían que su soberano era un chino.
Un traidor.
―¡Mataste a la Reyna! ―gritaron en conjunto, tratando de acercarse al Rey, pero fueron retenidos por los soldados.
―¡Traidor! ―gritó el consejero, quien quiso acercarse al Rey, pero fue atrapado por un soldado.
―¡Adelante, diga algo!
El Rey estaba perdido, miraba a todo su alrededor, todo lo que construyó por años se derrumbó en un día.
Observó a sus hijos, ambos le recriminaban con la mirada, se levantó de su silla, caminó hasta el ladrón, tomó su rostro con su mano y desvío su mirada.
―Hijo... ―habló con la voz entrecortada, jamás creyó que su hijo podría hacerle esto.
―Tú no eres mi padre ―se alejó de su mano, odiaba estar cerca del hombre que mató a su madre, al hombre que abandonó a su hermano, al hombre que fue capaz de herir profundamente a esa chica.
―Eres un traidor, ¡Encarcelen al traidor! ―gritó el consejero, pero aún así los soldados no se movieron.
―Yo, el príncipe Jungmin, ordenó que el Rey sea arrestado por traición.
El Rey miró con tristeza a su hijo, sintió como los soldados lo agarraban por los brazos, llevándolo a la cárcel.
Todo era un desastre, la mitad de las personas no paraban de insultar al Rey, la otra mitad seguían sorprendidos por las acusaciones.
―¡Todos vayanse de aquí! ―gritó Jungmin, haciendo que todos, incluso los soldados, se fueran.
Cuando solo quedaron ellos, Jungmin comenzó a saltar de la emoción, su plan habían resultado perfecto.
―¡Lo hice Changbin!―gritó, haciendo que salga de su escondite ―¡Changbin! ―extendió los brazos para que Changbin lo abrazara.
Corrió lo más rápido que pudo y lo abrazó, teniendo cuidado con su brazo.
―Lo hice Changbin, pude hacerlo, tenía tantos nervios que pensé que lo arruinaría todo, pero pude hacerlo, logré hacerlo, lo-
Fue interrumpido por el beso de Changbin.
―Es raro ver qué mi hermano tenga acción de boca a boca ―dijo con burla Seungmin, riendo cuando Changbin se sonrojó.
―Como si tú nunca lo hubieras tenido ―contestó Chan, ganándose un ligero golpe en su pecho.
Unas risitas se escucharon de parte de Changbin y Jungmin, ambos se habían perdido en su mundo.
―Me es raro ver a Jungmin tan contento ―sonrió Chan, sintiendo como una mano tomaba la suya ―aunque me alegra que sea feliz.
Entrelazó sus dedos con los de Seungmin, dirigiendo su mirada a sus manos.
―Seung-
Seungmin lo cortó con un beso, ya no existiría excusas, dudas, mucho menos confusiones.
A partir de ahora, todo sería con el corazón en la mano.
―¡Me alegra que Chan tenga acción de boca a boca! ―gritó Jungmin, haciendo reír a Changbin.
―Veo que aprendes rápido ―abrazo por la cintura a Jungmin ―aunque sé a la perfección que eres bueno con las palabras, pero con las tareas...
―¡Changbin! ―se quejó, pero en el fondo sabía que Changbin decía la verdad.
―Si crees que miento dame un beso ―pidió Changbin, pensando que Jungmin se lo daría.
―Tienes razón ―se alejó de Changbin, caminó de espaldas ―soy malo con las tareas y no mereces un beso ―le sacó la lengua a Changbin, para luego correr hacia el palacio.
―¡Eso no es justo! ―gritó, pensando que Jungmin volvería, pero no sucedió, así que fue a correr detrás de Jungmin.
―Parecen unos niños ―habló Chan, tomando la cintura de Seungmin entre sus manos ―¿Quieres entrar al palacio? Mi lindo príncipe.
Seungmin se avergonzó, ocultando su rostro en el pecho de Chan.
―¿Así que soy lindo? ―habló con las palabras atropelladas gracias al pecho de Chan.
―Mucho, demasiado.
El corazón de Seungmin no podía estar más descontrolado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.