-Quiero que firmes estos papeles —le pidió su tío, la morena los tomo y al verlo bien frunció el ceño.
—Son papeles de despido —le comento la morena.
—Así es. ¿Cuál es el problema? —le pregunto Esteban.
—Qué son muchas personas, aquí por lo menos hay unas 30 personas.
—Reducción de personal. Tu padre lo hace siempre —le recordó a la morena.
—Si, lo sé, pero no esta cantidad, además él antes hablaba con cada uno.
—Yo no tengo tiempo de preguntarle a cada uno si tienen algún problema. Que busquen otro trabajo, aquí necesitamos gente eficiente —le dijo seriamente su tío —. Solo firmalos, Juliana, yo el lunes los vengo a buscar —le dijo y salió de la oficina de la morena. La morena bufo, miro los papeles un instante y luego los dejo dentro de un cajón con llave, no tenía ganas de leer ni firmar nada, estaba cansada, lo único que quería era irse a su departamento y dormir, y eso iba hacer. Guardo todo, ya eran las 6:30 de la tarde, era la hora perfecta para irse.
—Qué bueno que ya tienes todo listo —se giro y vio al hombre que había entrado, alto, delgado, bastante guapo, bien vestido, cabello castaño oscuro y bien peinado, hasta su barba estaba bien cuidada, ojos marrones —. ¿Donde vamos hoy?
—Hoy voy a mi cama —le contesto.
—Aun mejor —sonrió él —. Podemos ir a comprar algo para llevar —sugirió, la morena solo quería estar sola en su casa, pero acepto al final, se colocó su abrigo y se fue.
El lugar no estaba muy lejos así que primero pasarían a comprar y después irían por sus autos. Raul trabajaba en la oficina qué daba al frente de Juliana, los dos tenían una relación de trabajo, pero fuera de este habian tenido otro tipo de relación sin ningún compromiso, solo que si pasaban la noche juntos era en otra parte y no en el departamento de la morena.
Llegaron al restaurante de comida china. En eso el teléfono de Raúl sonó.
—Es mi madre —la morena asintio y entro ella, pidió la comida para llevar, mientras esperaba miro a su alrededor, miro por la ventana y vio a Raúl algo alterado, ¿qué manera sería esa de hablar con su mamá? Pensó la morena.
—¡Valentina! —oyó ese nombre y se giro rápidamente, sus ojos se abrieron de par en par al ver a la castaña a varios centímetros de ella, la observó de arriba a bajo, usaba una corta falda qué dejaba ver sus largas piernas, una chaqueta de mezclilla color azul, cabello tomado.
—Val... -sonó como un susurro, no entendía porque no le salían las palabras, pero la chica de ojos azules aun así la oyó, la miro pero no le dijo nada —. Hola —le sonrió.
—Hola —saludo ella con algo de seriedad.
—Años que no te veía, ¿como estas? —le pregunto.
—22 años, y si, estoy muy bien —le respondió aun sería, la verdad no quería establecer una conversación con ella.
—¿22 años? No creo que sean tantos —le dijo la morena.
—A los 13 me dejate de hablar, ¿no recuerdas? —le pregunto.
—Qué yo recuerde, no.
—Siempre has tenido una pésima memoria o tal vez te haces la qué no sabes —le dijo en un tono molesto.
—¿Estas molesta conmigo? —le pregunto la morena.
—No, las cosas que hayan pasado ya pasaron.
—¿Entonces por qué eres cortante? —insistió.
—No quiero hablar contigo, Juliana, solo es eso —le respondió, tomo su pedido para irse, pero la morena la detuvo antes de que saliera por la puerta.