|Quince|

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—Madre, no me has dicho donde esta mi hermano, su presencia no está —dijo Maerys mientras que la reina peinaba su cabello plateado —¿Como puedo mi corazón estar en paz cuando no veo a mi hermano?

La reina Visenya siguió peinandola, el sol se había ocultado en Rocadragón. El espejo mostraba la expresión de la princesa un poco desanimada y ojos caídos.

—Sabes como es tu hermano, inquieto y escándaloso, es un dragón viviente que busca sangre—respondió la reina, mirando a su hija en el espejo—un dragón aveces no obedece.

—Como tú... —Visenya dejó de peinar a su hija —yo no soy un dragón, no soy como tú, no soy como mi padre...los dragones van en batalla, ¿por que no soy así, madre?, los dioses me han maldecido.

Se acercó a su hija se arrodilló, la tomó de la mano y le miró fijamente.

—No necesitas ir en batalla para demostrar que eres un dragón—las palabras de la reina eran sinceras, es su hija, su sangre corre por sus venas —¡No necesitas espada ni dragón para ser una Targaryen! —La reina sintió una gran compasión por su hija— Tú tienes algo mejor, tienes pasión y corazón, no como el resto.

La princesa levantó la mirada y le preguntó a su madre.

—¿Como podré demostrar eso?, nadie parece tomarme en serio... todos me ven como una niña, no como una mujer.

—Eres pequeña aún,para que la gente te tome en serio. Pero, en cualquier momento, te convertirás en una mujer. Y, en ese momento, tu voz tendrá más peso. Y, si quieres, como tu madre, el mundo te verá como un dragón. Pero antes, debe aprender a tener tu propia voz, debes crear tu propia voz, tu propia identidad. ¿Comprendes?

—Sí—respondió—seré recordada como tu madre.

Visenya besó la frente de su hija, amaba a su única hija y solo pensaba en protegerla de los lobos que visten de oveja. La reina sabia que Maerys apenas comprende el mundo y que le falta recorrer un gran camino.

Después de eso, Visenya mando a un Guardia Real para que vaya en busca de su hijo en peldaños de piedra, Visenya sabia que Maegor podría estar solo y no tener problemas, pero pensaba en Maerys y su angustia por verlo crecería y podría quizás, causar un aborto en su hija, además la reina no tenía dudas que el hijo que esta creciendo en el vientre de la princesa sea de Maegor, porque recordó las palabras de su hijo «Anoche engrendré un hijo para la casa Targaryen» y si es así. Nadie debería saberlo, la reina no permitiría que su única hija sea deshonrada y que llamen «Bastardo» a su nieto. Cualquiera que hablaría mal de la princesa, su cabeza rodaría y su casa se convertiría en campo de sangre.

La princesa Maerys miró por el balcón, esperando que su hermano Maegor apareciera, el príncipe Aenys se había puesto a escribir unos cuantos poemas mientras que miraba de reojo a su esposa, no tenía dudas que bajo la luz de la luna se veia hermosa y que su cabello platino brillaba como una luz radiante.

«La delicia del mundo»

Como la había apodado el príncipe Aenys.

Aenys se paró y caminó hacia Maerys, se puso detrás de ella y con una voz suave y encantador, comenzó a hablar sobre el poema que ha escrito.

—«Eres la delicia del mundo, todos te admiran. Los ciegos desean verte, los sordos desean escucharte, las almas extrañas desean llevarte, el caballero desea pelear por ti—narró el príncipe Aenys—los pobres piden tu bondad, los malditos te desean, te amo, lo sabes bien...y es como un fuego abrasador. »

Maerys al escuchar dichas palabras se quedó quieta y se sentía extraña por la forma en que Aenys lo dijo, agradable. Como si eso fuese verdad, como si aquellas palabras hiciera que su corazón latiera más fuerte y rápido.

THE INNOCENCE +18 | Maegor Targaryen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora