|Veintiuno|

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La princesa se encontraba en sus aposentos peinando su cabello, al verse en el espejo sonrió con dulzura, tocó su vientre y no pudo evitar sentirte enormemente feliz. De repente el destello de los ojos de Maerys cambiaron rápidamente cuando sintió un fuerte dolor en su vientre, el peine que era de oro cayó al suelo cuando Maerys agarró su vientre, vio un charco de agua en el suelo y entonces su pequeño cuerpo se estremeció de dolor y angustia. El dolor era insoportable, y Maerys dejó escapar un grito tan poderoso como el de una gaviota a la deriva, perdida en el mar. El grito de Maerys resonó en todo sus aposentos.

—¡Madre! ¡Madre! —gritó como si fueran sus últimas palabras—¡Madre!

Sus gritos resonaron por toda la escalera y pasillos de Rocadragón. Con sus pocas fuerzas caminó hacia su cama, esperando la llegada de su madre, la reina Visenya.

—Mi bebé...

Maerys observó horrorizada el charco de sangre que se había formado al dar algunos pasos.

Los Maestres entraron rápidamente, y vieron a la princesa que parecía demasiado frágil. La princesa Maerys se retorcía en la cama, con las manos sujetas a su enorme vientre, y jadeaba con fuerza. La sangre se derramaba entre las sábanas, y los Maestres se miraron uno a otro.

—Que alguien vaya a llamar a la reina Visenya y al rey Aegon mandar un cuervo—dijo uno de ellos—Tenemos que apresurarnos, y preparar lo necesario.

—Princesa Tranquila, esta entrando en labor de parto—mencionó el maestre.

—¡Me duele! ¡Me duele mucho! —el rostro de Maerys se había empapado de sudor y lágrimas—quiero...quiero a mi madre y hermano!

—¡Llemen a la reina! —ordenó

Una doncella salió asustada de los aposentos tras escuchar los gritos desgarradores, camino cada escalera y pasillo que tiene Rocadragón, los ojos de la doncella había angustia y desesperación al no encontrar a la reina, puesto que tampoco había su dragón Vhagar, significando que había partido hacia la corte. La doncella acudió hacia Maegor que con su espada derrumbaba a unos guardias hacia el suelo, como siempre lo solía hacer cuando tenía que entrenar.

—¡Principe Maegor!—gritó la doncella

El príncipe al escuchar su nombre, volteó a verla, dejó las espadas y caminó hacia ella, la vio angustiada.

—Príncipe... su hermana

—¿Que sucede?

—¡Su hermana esta entrando en labor de parto!

Maegor se sorprendió, puso a un lado a la doncella y corrió rápido hacia los aposentos de Maerys y se dio cuenta que salían y entraban, entonces escuchó los gritos de su hermana, al entrar vio a la princesa en la cama sujetando la mano de Jaime y las parteras ayudándola, los maestres a su disposición.

—¡Hermano! ¡Ayudame hermano! —gritó Maerys al verlo —¡Me duele mucho!

Maegor se quedó paralizado por un momento, viendo a su hermana en tal estado de dolor. Nunca la había visto tan vulnerable. Pero sabía que tenía que ser fuerte por ella. Se acercó a la cama, tomó la mano libre de Maerys y la apretó con fuerza.

—Estoy aquí, Maerys —le dijo con voz firme—. No te dejaré sola.

Los maestres y las parteras continuaban con su labor, intentando aliviar el dolor de la princesa y asegurarse de que el bebé naciera sano. Maegor no podía hacer nada más que sostener la mano de su hermana y ofrecerle palabras de aliento.

—Respira, Maerys —le decía—. Eres fuerte. Puedes hacer esto.

Los gritos de Maerys se hicieron más fuertes, pero también más espaciados. El tiempo parecía haberse detenido en los aposentos.

THE INNOCENCE +18 | Maegor Targaryen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora