|Veintitrés|

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—Maegor.

—Padre... ¿Por qué?

El príncipe Maegor se encontraba en el medio de la oscuridad, sentado bajo el frío manto de la noche que lo cubría en su propio horizonte y ser. La luz de la luna no le alcanzaba, parecía estar lejos de él. Su señor padre, el rey Aegon, solo vio lo vulnerable que se encontraba su hijo, parecía como una polilla que esta apuntó de desvanecerse frente a sus ojos. Maegor nisiquiera era capaz de levantar la mirada, puesto que sus ojos, ahora tristes, miraban los pequeños cadáveres que sostenía en sus brazos.

—¿Esto es nuestra grandeza, padre? —preguntó el príncipe mirando los rostros de aquellos bebés deformes—¿añorar el sufrimiento?

El rey no era capaz de moverse, era como si el peso de la culpa lo estuviera agarrando. Tampoco era capaz de pronunciar alguna palabra, se sentía como un hombre débil, no como un rey en ese momento. Observó como su hijo acariciaba el rostro de los bebés, las lágrimas caían en aquellos pequeños rostros que parecían estar dormidos, los abrazó, los sostuvo sobre su pecho y los lloró en silencio.

—Eran mis hijos—dijo, cada palabra dolía demasiado—mis únicos hijos, con la única persona que amo y ahora los dioses me lo han quitado.

Aegon avanzó con pasos lentos, pero se sentía lejos, las palabras de Maegor eran como una espada clavado en su pecho, dolía, dolía demasiado. «Esto es el sufrimiento, tan aterrador y desconocido—pensó Aegon al recordar a Maerys y Maegor—nadie escapa, incluso mis propios hijos »

—Maegor, debemos incinerar los cuerpos—pronunció el rey—debemos hacerlo.

El príncipe al escuchar las palabras de su padre lo observó tan fríamente.

—Es tu culpa, querias herederos, padre. Querias que alguién siguiera tu sangre, ¡¿acosta de qué padre? ¡Dime!

Los gritos de Maegor resonaron como un lamento triste.

—No es momento, Maegor.

—¿Cuando será el momento? —preguntó Maegor con furia —¿cuando Maerys muera? ¿Cuando por fin de un heredero a costa de su vida?

—¡Maegor basta! —gritó Aegon frente a su hijo—no sólo tengo que proteger el Reino, también lo hago contigo, no soy tonto, ni ciego... ellos son tus hijos, trato de ocultar tu desastre.

Maegor se rio, una risa fría que parecía traer el invierno consigo en la oscuridad que los atormentaba.

—Lo sabes—dijo Maegor con una risa burlona—sabías que amaba a mi hermana, aun lo sigo haciendo, padre. Sabías desde el primer momento, pero aún así...decidiste casarla con Aenys... ¡Fuiste tú que arruinó todo!

Aquellas dichas palabras de enojo y furia dolian demasiado para el rey, aunque Aegon sabia muy lo que ocultaban bajo sus capas, no era imprescindible. Entonces la puerta se abrió de golpe, un príncipe enojado y con lágrimas en los ojos apareció frente a sus ojos, el rey Aegon por primera vez se sentia como una polilla, había intentado a todos costa que la verdad no sea descubierta, ¿como podría volver ver a los ojos a su primer hijo? ¿A su heredero? Es casi imperdonable ocultar la verdad. Maegor al verlo, sonrió, no tenía porque escapar de la verdad, como si hubiera esperado que ese momento llegará, pero no en la tragedia que lo estaba atormentado.

—¡¿Por que?! —gritó Aenys con furia y dolor, —¡¿Por qué padre?!

—Aenys, hijo mío calmate, no se que escuchaste pero...

Las palabras del rey fueron interrumpidas por el príncipe Aenys.

—¡¿Por qué me ocultaste la verdad? ¿Me viste demasiado tonto para tu juego, padre?... —Aenys observó a Maegor, que cargaba a sus «hijos»—¿tu hermano? ¿Siempre te burlabas de mí?, ustedes...ustedes se rieron en mi cara!

Maegor se levantó, puso a sus hijos con suavidad en la mesa, miró a Aenys y se colocó frente a él.

—¡Dime Maegor! ¿Cuantas veces te burlaste de mi?! ¡Te metiste con mi esposa! ¡Eres mi hermano! —espetó molesto Aenys—Soy un tonto... Alyssa, ella tenía razón...

—Maegor... —habló el rey

—Padre no te interpongas.

Maegor se río de su hermano Aenys, dio unas vueltas y habló.

—Te has tardado demasiado, hermano, todos lo sabían menos tú—añadió el príncipe Maegor—¿que podría haber hecho? Maerys siempre estaba destinada estar conmigo... Cuando nos cansamos...

Entonces Aenys lo interrumpió.

—¿C-casados?

—¿Padre no te lo dijo? Fue en pentos, donde engendré mis hijos en Maerys...

Entonces, Aenys se acercó un poco más a Maegor, apenas unos pasos.

—¿C-cómo es posible? ¡Estas diciendo puras mentiras!..—pero se interrumpió cuando Maegor le hizo una sonrisa.— porqu...

La sonrisa de Maegor era altiva, burlona y llena de odio. Miró a Aenys con ojos vacíos, su mirada dijo más que mil palabras.

—¿Por qué me haces esto, hermano? —preguntó Aenys, con la voz quebrada, lo cual hizo sonreír aún más a Maegor.

—Porque puedo, Aenys —dijo—porque puedo —repitió Maegor, y de repente se acercó más a su hermano, apenas a unos centímetros de distancia—. Porque eres tú, y yo soy yo. Ahora, hermano, vámonos de aquí, y podremos olvidarnos de esto, ¿qué te parece?

—No puede ser cierto, no puede ser cierto —repetía, una y otra vez. Y entonces, ocurrió. Sus manos se pusieron sobre su rostro y Aenys lloró. No sólo lloró, sino que sollozó, sin poder controlar las lágrimas.

Se sintió dolido.

Se siente traicionado.

Sobre todo, se sintió engañado por todos.

Por Maerys.

THE INNOCENCE +18 | Maegor Targaryen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora