Capítulo 18

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El cielo estaba pintado de nubes rosas y naranjas del atardecer y el mar tenía un brillo especial que sólo esa hora del día le puede dar.
Ace estaba sentado sobre la baranda del Moby Dick. En sus manos sostenía una caña de pescar, sentía que llevaba horas ahí pero nada había picado aún y las aguas estaban totalmente quietas. Había algo fuera de lo común en el mar pero no sabía qué exactamente.
El barco estaba totalmente en silencio y no había viento. ¿Cuánto tiempo más tendría que estar allí?

—¿No has pescado nada?— preguntó Thatch detrás de él con una sonrisa.

Ace volteó a verlo y le sonrió también.

—No, parece que no hay ningún pez. Aunque ahora que lo pienso ni siquiera sé si el anzuelo tiene carnada.

Thatch se rió y golpeó dos veces su hombro.

—Ja, eso es tan típico de ti. Aunque de cualquier forma no habrías podido pescar nada.

—¿Por qué lo dices?

—Mira— Thatch señaló el mar.

Ace lo miró detenidamente, sabía que había algo raro allí.

—Es rosa— murmuró— Es rosa, como el mar de Salerosa aquella vez ¿verdad? No hay ningún pez por aquí —Ace se rió y Thatch lo siguió —. Supongo que no tiene caso que esté aquí, debería parar.

No.— Dijo Thatch en una voz demasiado grave que le dio un leve escalofrío a Ace.

Ace inconscientemente aferró más el agarre a la caña, volteó a ver a Thatch pero seguía siendo el mismo de siempre.

—Me alegra que estés bien, Thatch— dijo con una suave sonrisa.

—Ah, pero no lo estoy.

—¿Qué?

—Estoy muriendo ¿Lo olvidas? Allá, en la enfermería, estoy muriendo lentamente y todo por tu culpa.

—No, eso no...

—¿No es tu culpa? — Thatch se acercó más a él. Seguía sonriendo como siempre pero sus ojos perdieron brillo, su aura se volvió oscura y su voz se volvió más grave, más acusatoria— Tú eres el comandante de la segunda división, Teach estaba bajo cargo, era deber darte cuenta de la verdadera naturaleza de Teach y aún así no hiciste nada por evitarlo, no hiciste nada.

—Thatch, por favor, yo no sabía...— su voz era desesperada. Necesitaba que su amigo lo entendiera.

eres el culpable de mi muerte, Ace— dijo aún con una sonrisa.

Ace estaba temblando. Deseaba morir en ese mismo instante.

—Lo siento— suplicó—, perdóname Thatch, yo no quería esto. Debí haberlo hecho mejor, no debí haber dejado que esto pasara, yo...

—No debería sorprenderte— dijo Thatch interrumpiéndolo. Su expresión ahora era una mueca de burla —, ya deberías estar acostumbrado. Mataste a tu madre nada más nacer, la gente en terminal Grey murió por los explosivos que tú mismo pusiste allí, Sabo también murió por tu culpa y ahora lo haré yo, todo gracias a ti.

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