Capitulo 11

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¿Me desaparecí un rato?
Sí, lo siento por eso, casi un año pero por fin aquí está un nuevo capítulo, disfruten .

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Ace despertó. Había algo suave debajo de él, era extraño. Poco a poco abrió los ojos y entonces recordó todo. Estaba en una cama, una cama de verdad.
Se acomodó entre las sábanas y las almohadas, se sentía tan bien estar ahí acostado, de haber sabido que era tan cómodo habría dormido en una cama desde mucho antes.

Se sentía totalmente descansado, algo que no sentía desde hacía un tiempo, desde que llegó al barco de Barbablanca para ser preciso.
Miró el reloj que había en una de las paredes, marcaba las 11 del día ¿era tan tarde ya? Normalmente se despertaba mucho antes (la vida en el mar inicia temprano), ¿cómo es que seguía dormido? ¿por qué nadie lo había despertado?

Aunque una parte se alegraba por eso, todo lo que quería era seguir acostado en esa cama tan suave y volver a dormir. Contrario a sus deseos, Ace se levantó y decidió salir, esperaba que no se hubiera perdido el desayuno al menos.

En cuanto abrió la puerta, vio a Annie, una de las enfermeras, mirándolo amenazadoramente y apuntándole con un bisturí.

Ace cerró la puerta inmediatamente ¿qué carajos?
Su mirada se dirigió rápidamente al frasco de pastillas que estaba al lado de su cama y se tomó una apresuradamente.
Cuando volvió a abrir la puerta, Annie seguía allí, pero ahora estaba sonriendo alegremente.

—Buenos días, Ace— lo saludó.

—Eh...buenos días.

—Espero que hayas dormido bien.

—Sí, gracias.

—Recuerda, debes de tomar tus pastillas antes de acostarte y después de levantarte, si no lo haces Whiskey se enojará. Bueno, eso es todo, si necesitas algo ven a la enfermería— dijo y se fue.

Ace notó la amenaza detrás de sus palabras, pero decidió dejarlo pasar porque no quería volver a la enfermería nunca más si era posible, aquel lugar debía de ser lo más parecido al infierno y Whiskey debía de ser el mismísimo diablo en persona.

Sin querer pensar más en eso se dirigió al comedor, por suerte aún había personas comiendo el desayuno.

—¡Ace!— gritó Thatch al verlo entrar— ¡Estás despierto! Pensé que te quedarías dormido todo el día.

—¿Y perderme la comida? Ni hablar.

—Jaja, sabía que dirías eso. Siéntate, en un momento te sirvo.

Thatch lo empujó a la mesa de los comandantes y Ace se sentó. Para su sorpresa Haruta y Namur aún seguían en la mesa у, por supuesto, ahí también tenía que estar Barbablanca.

—Buenos días, Ace— lo saludó el viejo.

Ace se quedó callado unos segundos antes de decidir ser cordial.

—Buenos días.

—¿Cómo dormiste anoche?

Ace enrojeció de golpe, y por la expresión de burla de Haruta, supo que todos lo notaron.

—Bien...— murmuró desviando la mirada. Maldición, esa situación era increíblemente incómoda—. Escucha, viejo, gracias por la cama, pero no creas que eso cambia nada. Aún tengo intenciones de matarte y lo haré.

—Gurarara, haz lo que quieras, mocoso.

Poco tiempo después llegó Thatch con su desayuno y Ace se abalanzó sobre él.

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