Capítulo 11

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– ¿Quieres apagar eso, Toshi? – pidió despreocupadamente una segunda voz, que Izuku y Melissa no reconocieron.

Izuku quitó sus manos de los paneles, y la máquina repicó en protesta. Saltó fuera de su silla y se colocó en postura de karate, con los dedos justo encima de su Morfer. Melissa también se puso en postura de combate. Nezu se levantó de su silla, sacando una pistola de alta tecnología que parecía no caber en ninguna parte de su traje. Tommy no pareció reaccionar, pero varios cañones paralizadores, invisibles detrás de paneles corredizos en las paredes y el techo, empezaron a cargarse.

Toshinori tampoco reaccionó. No se movió más allá de girar su cabeza para mirar a los cuatro intrusos.

La que estaba al frente era familiar para Izuku y Melissa. Era la mujer pelirroja a quien Telos evitó mientras se dirigía con ellos fuera del templo. Casi tan alta como Toshinori, era de alguna manera musculosa, esbelta y curvilínea al mismo tiempo. Su cabello rojo brillante era corto en los lados, pero ligeramente más largo arriba y por detrás. A diferencia del top rojo ceñido y pantalones blancos que llevaba cuando la encontraron en Kioto, sus pantalones negros con una raya negra y camiseta blanca se veían más cómodos a la vez que seguían mostrando bien su figura. Había cambiado sus tacones por unas zapatillas deportivas. Llevaba también una chaqueta cortavientos roja, con la cremallera baja, encima de su camiseta.

Ligeramente detrás de la pelirroja, a su izquierda, estaba una mujer vestida de gris carbón con una chaqueta de traje a rayas de color azul marino, y falda hasta las rodillas. Llevaba también unos tacones a juego y una blusa de color cian. Su cabello era blanco platinado, y de una manera que parecía natural en lugar de relacionado a la edad. Estaba amarrado en una coleta profesional que caía por debajo de sus hombros. Sus ojos eran de color gris-verde, y su piel tostada se arrugaba ligeramente alrededor de la comisura de sus labios. Las patas de gallo que empezaban a asomarse le daban la apariencia de alguien a mediados o finales de sus cuarentas. Su constitución era decente, la de alguien que se mantenía en forma sin tratar de ponerse demasiado atlética. Era más alta que Melissa, pero aun así sólo le llegaba al mentón a la primera mujer.

Detrás de esas dos, el tercer intruso parecía bastante introvertido, si no totalmente ocultándose. Cabello literalmente de hielo, ojos azul pálido, y una piel tan blanca que dejaba su Quirk bastante obvio. Y aunque su cara parecía femenina, y posiblemente atractiva para quienes favorecieran ese tipo, algo en la forma en cómo se movía hizo que el equipo Echo sintiera que sería más cortés confirmar los pronombres de esta persona antes que asumir por default que era una "ella". El usuario de hielo llevaba una sudadera con capucha azul marino, una camiseta masculina abotonada con un patrón de manchas de pintura en múltiples tonos de azul, pantalones de trabajo de constructores, y botas negras con punta de acero. Tenía más o menos la misma estatura que la mujer de pelo blanco, aunque los picos cristalinos lo harían parecer unos cuantos centímetros más alto.

Y la última intrusa, Melissa inmediatamente la reconoció. Al lado de la pelirroja estaba una chica con aspecto japonés tradicional. Tenía ojos de color café claro, casi de un tono ambarino, su largo cabello negro ahora estaba amarrado en una trenza, y en lugar de usar kimono y getas, esta vez llevaba un vestido de verano rosa de mangas cortas, con calcetas grises con rayas blancas y rosas, y zapatillas deportivas.

– Ali. – La chica Shield llamó a su amiga por un apodo.

– ¿Cómo entraste aquí, Ria? – espetó Toshinori. Sus ojos se entrecerraron, aunque no al punto de parecer amenazar a la pelirroja con la mirada.

– Magia. – respondió ella simplemente, sonriéndole.

– ¿Quiénes son ustedes? – exigió saber Nezu. Sin embargo, el perro-oso también se relajó, dado que el héroe número uno no parecía agresivo, o no siquiera preocupado.

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