Trust me Ⅱ

22

— Ese horrible grito. ¡Es Grief-Bringer el Dragón! Estoy segura. —Aseguró Mortessa—.

— ¡Pero dijiste que Grief-Bringer fue asesinado por un gran héroe! —Exclamó Nya—.

— ¡Así fue, regreso! ¡El hechicero calavera seguramente lo revivió! 

— Bajenla... la puerta... —Balbuceó Gulch—. ¡La cueva fuerte! ¡Es nuestra... única esperanza! 

— Por fin buenas noticias. —Dijo Kai—. ¡Chicos! —Gulch le cubrió la boca con su mano—. 

— ¡Shh! No lo digas en voz alta. ¿Quieres que los Munce te escuchen? 

— Si, eso es lo que quiero, Gulch. Si los dejamos aquí, esa cosa los masticara. ¡Todos siganme!

— ¡Vamos todos a dentro de la cueva! —Les gritó Aemma mientras los Munce y los Geckles corrían—. 

— Can... Can... Canciller Kai, ¡tienes que ordenar que sellen la cueva! —Hablo Gulch—.

— ¿En serio tengo que decirlo? De acuerdo. ¡Sellen la cueva! ¡Ahora! —Uno de los Geckles comenzó a sellar la puerta se atasco—. 

— ¡Se atasco! 

— ¡Hay que hacer algo! ¡Corten la cadena! —Ordenó Nya, tomando su lanza y comenzó a tratar de romperla junto con Mortessa y Murt—. 

— ¡No lograrán cerrarlo a tiempo! —Gritó Lloyd—.

— Entonces, vamos a conseguirle tiempo. —Dijo Jay colocándose la armadura y salió de la cueva junto con Lloyd, Kai, Zane y Aemma—. 

— Ustedes... —Habló Lloyd—.

— No... —Habló Jay—.

— Van... —Habló Kai—.

— A cruzar más allá de este punto sin pedir permiso. —Hablo Zane y los cuatro se le quedaron mirando—. 

— Dios, tiene que ser una broma. —Expresó Aemma—. 

— (Z/A/K/J/L): ¡Ninja, go! —Comenzaron a usar Spinjitzu destruyendo a cada calavera que se cruzaba en su camino llegando hasta Grief-Bringer y siendo rodeados por las calaveras destruidas—.

— ¡Cuidado! —Advirtió Kai, al ver que el Dragón estaba por escupirles fuego. Los cinco unieron sus escudos creando una barrera protegiéndose—.

— ¡Chicos! ¡Entren, ya! —Les gritó Nya—.

— ¡Corran! —Ordenó Lloyd. Corrieron a través de las calaveras y se arrastraron por el piso cruzando la puerta—.

— Espero que ya estemos a salvo. —Habló Kai—.

— ¿Estas bromeando? No estamos a salvo. El enemigo está aquí. ¡Lo dejaste entrar a nuestra cueva. —Mencionó Gleck—.

— ¿Qué? ¿Dondé? —Preguntó Jay—.

— Los Munce. —Respondió Gleck—.

— ¿En serio sigues con eso? —Preguntó Kai—.

— Debe ser una broma. —Bufó Lloyd—.

— Escondan sus cosas Geckles, antes de que se las roben. ¡Como robaron la espada hermosa de la liberación! —Vociferó Gleck—. 

— ¡Ustedes robaron nuestras espada! ¡La espada de Milly! —Aseguró Mortessa—. 

— Es Gilly. No sabes pronunciarlo... —Le dijo Gleck—.

— ¡Milly es nuestra leyenda, ustedes también nos robaron la leyenda de Milly! Munce, quiero que busquen la espada que los Geckles nos robaron. ¡Si la encontramos habrá valido la pena estar aquí encerrados! —Dijo Mortessa—.