—Así que, ¿cuál es tu nombre?
Baltazar entró en pánico. ¿Debería inventarse uno o simplemente decir el verdadero? Lo pensó y luego decidió que sería muy confuso para su corazón que Cael le llamara por su nombre real, así que jugueteó ansiosamente con sus pulgares y pensó en uno.
—Me llamo Shade —respondió de forma vaga, tratando de decirlo con seguridad y no como alguien que acababa de elegir ese nombre basado en el protagonista de una novela que había leído hace días.
Cael asintió con deje pensativo. Estaban caminando por la acera, o bueno, Cael caminaba; y Baltazar trataba de no hacer obvio que la pierna le dolía y que por eso cojeaba un poco.
—Yo soy Cael —dijo él con una sonrisa.
Baltazar ya lo sabía, pero jamás le diría eso, así que emuló su sonrisa y suspiró.
—Es un nombre interesante —atinó a comentar a modo humorístico—, aunque también muy raro.
—Oh, lo siento, Sr. "Shade es un nombre que todos conocen". ¿Qué significa ese nombre de todos modos?
—Eh... Significa "Aquel que está destinado a ser un rey".
Una carcajada emergió de los labios de Cael.
—Acabas de inventarlo, ¿verdad?
Baltazar sonrió tímidamente.
—Tal vez —murmuró de forma vaga, sintiendo un revoloteo en el estómago ante lo surrealista que era estar hablando con su hermano... ¡Realmente era él! Porque incluso hablándole como lo haría con un desconocido y con sus pocos recuerdos de él, recordaba el humor de Cael y su forma de ser amable con todos.
Era algo increíble.
—Por cierto, ¿huiste de tus padres o cómo acabaste aquí sin nada? —preguntó Cael tras quedarse callado unos momentos.
—Creí que habías dicho que no te importaba saber...
—No me importa. Aunque sería bueno saber que no estás fugándote de la cárcel o algo así.
Baltazar lo pensó por unos momentos.
—Supongo que es una historia complicada con mis padres —dijo—, aunque no me gustaría hablar de eso.
Más bien, no quería inventarse una mentira que quizá olvidaría casi de inmediato. Cael, en cambio, entendió y asintió con la cabeza.
—Okey —respondió, cruzándose de brazos—. ¿Y cómo piensas sobrevivir?
—Eh, no estoy seguro... Siendo honesto, vine sin un plan ni nada.
—Eso es obvio, aunque creí que quizá serías algo más sensato. —Cael dibujó una sonrisa que rozaba un poco con la lástima. Luego frenó casi de golpe y le hizo una seña para que también lo hiciera—. No es que sea millonario, pero puedo invitarte una comida.
Alzando la cabeza hacia su derecha, Baltazar se fijó que se habían detenido justo al lado de un restaurante. La invitación, si bien le parecía injusta porque no contaba con nada de dinero (realmente había sido un tonto en creer que podía resolverlo todo con tarjeta de crédito y unos pocos billetes en efectivo), también era inevitablemente tentadora. Se mordió el labio inferior con duda e inclinó la cabeza como un cachorro perdido.
—¿No sería abusar de tu confianza? —inquirió, porque lo último que quería era quedar mal con Cael... Además, sabía que su hermano sería amable incluso si le cayera un rayo encima, y no deseaba hacerlo pasar un desagradable rato por eso.
Cael se encogió de hombros.
—No lo creo —contestó con leve indiferencia—. Soy de esos idealistas que les gusta creer que el mundo será mejor si uno es amable con cualquier desconocido que se encuentre. Y en todo caso, no se sentiría bien dejarte a tu suerte cuando no tienes nada.
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El Otoño de 1999 © [EN PROCESO]
Teen FictionCael se suicidó en el otoño de 1999. Solo tenía dieciséis años cuando tomó aquella drástica decisión. Y a Baltazar, su hermano menor, no le quedó más remedio que seguir adelante, preguntándose día tras día qué orilló a Cael al deseo de quitarse la v...