Capítulo 15

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Baltazar había pasado casi todo el sábado en cama.

Dado que el club durante los viernes se ponía terriblemente intenso y abrumante, ahora mismo tenía una fatal jaqueca y sus ojos estaban irritados. Eran las once de la mañana y, de algún modo, le parecía que aún era de madrugada y necesitaba dormir más.

Sin embargo, cuando su estómago le rugió, no pudo ignorarlo y maldijo por lo bajo.

Soltó un largo bostezo y se vio obligado a levantarse. No había comprado comida, porque para empezar no tenía un refrigerador o donde guardarla, y en realidad se había estado abasteciendo de tiendas y comida rápida, especialmente de la más barata que pudiera conseguir; a esas alturas prefería lo que le dejara para ahorrar incluso si significaba sufrir de dolor estomacal después.

Dispuesto a comer algo, abrió la puerta de su apartamento e hizo amago de salir; mas se detuvo y frenó de golpe su acción cuando advirtió que había alguien del otro lado. Parpadeó varias veces.

Miró a Cael, que también parecía sorprendido de que hubiese abierto la puerta justo cuando estaba por tocar.

—Oh, hola... —dijo su hermano con una sonrisa.

Baltazar dibujó una sonrisa de vuelta.

—¿Qué te trae por aquí? —indagó, preguntándose si quizá Cael no tenía muchos lugares en donde pasar el rato.

—Bueno... Unos amigos y yo iremos esta noche el bosque a las afueras del pueblo —respondió su hermano con ademán pensativo y mirando hacia el techo—, ¿te gustaría ir?

Bosque. A las fueras. Gente desconocida. Durante la noche.

Eso no sonaba como una buena combinación en lo absoluto. Baltazar vaciló visiblemente y pasó una mano por su cuello, incorporándose y apretando los labios. No podía negarse a Cael... Era raro, pero la verdad era que él podría pedirle ir a meterse al fango y muy probablemente así lo haría. Se preguntó si su hermano lo sabía; esperaba que no, porque quedaba claro que podría manipularlo sin mucho esfuerzo.

—Uh, tengo que trabajar —se le ocurrió decir justo cuando ese recordatorio golpeó contra su mente.

En ese momento, la puerta del apartamento de Aris se abrió (como por arte de magia; aunque Baltazar empezó a sospechar que se trataba de otra cosa) y de ella emergió el joven.

—No pude evitar oír su conversación —señaló Aris con una sonrisa. Era obvio que había estado escuchándola desde antes... Baltazar se cuestionó qué tan delgadas eran las paredes como para que pudiese escucharlos con aquella claridad—, y bueno... No deberías preocuparte por el club, Shade. Sería inhumano no darte un día de descanso.

—Oh.

Baltazar no estaba seguro de si agradecía u odiaba la intromisión de Aris. Pero eso sí, se le quedó mirando con el ceño fruncido y unos ojos que gritaban "deja de ser tan metiche". Aris en cambio sonrió y acabó por irse, aprovechando que ahora estaba afuera para irse a otro lado.

Solo una vez que hubo bajado por las escaleras y desaparecido, Baltazar miró de nuevo hacia Cael.

—¿Son amigos tuyos de la escuela? —preguntó, un tanto receloso. En parte le alegraba la palabra "amigos" en una oración que dijera su hermano, mas a la vez había un lado suyo que no confiaba en que Cael se relacionara con un grupo de gente que se le ocurría visitar a un bosque de noche solo porque sí.

Su hermano se encogió de hombros.

—Supongo —contestó, lo que fue tan ambiguo que fastidió un poco a Baltazar; se obligó a no decir nada y mantener su sonrisa—. No es que sea la gran cosa... Pero he visitado el bosque antes y la verdad es que es precioso. Son ese tipo de experiencias que le recomiendo a la gente, y me da la impresión de que te gustaría.

El Otoño de 1999 © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora