Capítulo 11

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—¡Shade, te presento a mi queridísima Alicia! Y ella es Gracy, su amiga... —Aris parecía bastante feliz con la reunión, y es que claro, él la había propuesto y era el único al que le beneficiaba por completo.

Baltazar ladeó la cabeza y rehuyó la mirada para no ver a Gracy a los ojos, sintiéndose un tanto cohibido de la nada. Gracy tampoco parecía sentirse a gusto con aquel arreglo repentino sobre su salida. Para colmo, ella era el tipo de persona con la que jamás saldría él, y no por prejuicio, sino porque simplemente su tipo de personalidad, por experiencia, nunca coincidía con la suya.

Soltó un suspiro y apretó los labios. Gracy era bonita, nadie podría decir lo contrario; sus ojos eran de un suave color miel y su cabello rizado era de un tono castaño que le rodeaba los hombros, también llevaba un vestido floreado y miraba a Baltazar con una mezcla de incertidumbre y duda. Era evidente que él tampoco era el tipo de chico con el que salía comúnmente.

Alicia, por otro lado, era rubia, de ojos azules y de piel suave y tersa, otro tipo de persona con los que Baltazar tampoco socializaba demasiado.

O quizá sí estaba siendo prejuicioso, porque al final del día no tenía interés en conocer más a fondo a ninguna de esas jóvenes.

Estaban en la sala central del cine, a donde habían decidido ir a parar luego de reunirse en una cafetería cercana. La fila que se había formado en dulcería para comprar los boletos y las palomitas auguraba que estarían ahí al menos durante otros quince minutos.

Y eso no le gustó a Baltazar.

—Así que... —empezó diciendo Gracy hacia él, arqueando las cejas. Parecía haberse resignado a tratar de hablar con Alice, puesto que ella, en el momento que vio que su amiga tenía con quien hablar, prestó toda su atención en Aris, y ahora charlaban tontamente entre sí con risitas y toques en el brazo—, te llamas Shade, ¿verdad? Es un nombre interesante.

Baltazar sonrió un poco.

Sí, aquella sería una salida realmente incómoda. Carraspeó con la garganta y alzó la mirada, aunque volvió a sentirse incapaz de ver hacia Gracy y fingió que le llamaba la atención uno de los carteles de una película a su izquierda.

—Sí, es algo raro —coincidió. Un poco ofuscado, se le ocurrió de pronto algo—. ¿Qué edad tienes?

Gracy parpadeó varias veces.

—Tengo diescinueve —sentenció.

—Oh... —Baltazar se alivió un poco. Incluso si Alicia y Gracy no lucían como chicas de preparatoria, pensaba que nunca estaba de más confirmar de nuevo que al menos ya tenían la mayoría de edad.

—¿Y tú?

—Hum, tengo diecisiete.

Incluso si era con alguien a quien seguramente jamás volvería a ver, Baltazar no pensaba flaquear en la mentira que le había dicho a los demás.

—Ya veo... ¿Vas a la preparatoria?

—No, la acabé hace un año. —Eso sí se le escapó decirlo.

Gracy le miró sorprendida.

—¿Entonces eres uno de esos chicos superdotados?

La sonrisa en el rostro de Baltazar se había vuelto tensa. "Incluso si hubiera terminado la preparatoria a los dieciséis, no veo cómo eso me haría un superdotado", quiso responder.

—Eh, no lo creo —dijo en voz alta, pasando una mano por su cuello.

—Yo tengo un primo que fue a la universidad a los catorce —relató Gracy, quedándose con la idea de que Baltazar era una especie de genio—, aunque me contó que también depende demasiado de la escuela en donde estés... Tal vez en la tuya no tenían mucho apoyo a los programas educativos para los niños genio.

El Otoño de 1999 © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora