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Nota: Capítulo largo con cinco mil palabras.

CAPÍTULO CUATRO

POESÍA INVERNAL

Despliego los parpados aún adormilada y la confusión revolotea en mi interior casi tan insistente como las alas de un colibrí

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Despliego los parpados aún adormilada y la confusión revolotea en mi interior casi tan insistente como las alas de un colibrí.

Intento acostumbrarme a los hilillos de luz neón que se escurren entre mis globos oculares y me encandilan.

Frunzo el ceño mientras poco a poco la nitidez se acrecienta en mi panorama.

Silenciosamente me enderezo las gafas y diviso un enorme letrero cerniéndose sobre mi cabeza.

La palabra "Wal-Mart" arroja intermitentes destellos azules y violetas que salpican gotas de luz sobre la gravilla.

Un conglomerado de sonidos se aglomera en mis oídos: el traqueteante desliz de las ruedas de los carritos de supermercado.

El retintín en las alarmas de los automóviles y un inquieto afluir de voces.

Entorno los ojos y con suspicacia escudriño a mis alrededores.

No tardo mucho tiempo en asimilar que estacionaron el convertible en el extenso aparcamiento de un supermercado.

Me reprimo internamente por quedarme dormida.

Mi corazón comienza a latir desbocado, palpita dolorosamente en mis tímpanos.

Regreso la vista al interior del automóvil, aprecio con inquietud el espacio vacío en el asiento del copiloto, el cual anteriormente ocupaba la señora Heather Tuck.

En cambio, el señor Barnes aún mantiene su lugar como conductor, la refulgencia del enorme letrero sobre el convertible baña el ancho de sus hombros y la base de su gorra de béisbol con ondulaciones de luz azul neón.

La carencia de movimiento y su presencia silenciosa lo hacen parecer una escultura tallada en hielo.

Cabizbajo, con el cuello sumergido dentro las solapas de su chaqueta.

Como si quisiera pasar inadvertido.

Genial, totalmente a solas con el hombre que estuvo a punto de arrollarme.

—La señora Tuck tenía algunas compras insulsas que realizar— su voz grave y profunda rompe aquel tenso silencio. —Creyó que no te importaría.

Profiere con voz ronca e indiferente y arrastra las palabras con desgano.

Su repentina interferencia me arranca un respingo y altera mis nervios.

¡Por supuesto que me importaría! ¡Sobre todo cuando me urgía reunirme con papá en la comisaría! ¡Necesito sentirme segura!

Trago mis nervios en conjunto con la ansiedad y se siente como deslizar un centenar de canicas por mi tráquea.

Sweet Winter [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora