Sweet Winter [Bucky Barnes]

❆❅ O 2 ❅❆

CAPÍTULO UNO

❝ESTRELLAS Y BRILLANTINA❞

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STEPHANIE HERMOSELL

Vuelvo a tener nueve años.

Una tenaz tormenta de nieve se arremolina a mi alrededor y el furioso silbar del viento palpita en mis oídos, partículas níveas escurriéndose entre mis labios.

Amplio mis pequeñas e inestables manos en su dirección. Solo necesito llegar hasta él, alcanzarlo, tocar su alta y difusa silueta envuelta por un oleaje de luz de luna.

—¡James! —grito su nombre, mientras mi garganta se desgarra y mi voz infantil quiebra en diminutos fragmentos.

Atrás de nosotros un centenar de pasos retumban en conjunto con unas palpitantes y sonoras sirenas que lo acompañan.

Cada segundo más cercanas.

Papá viste su impecable traje militar, él miedo enmarcando sus filosos rasgos, se arrodilla hasta mi pequeña altura y con un ágil movimiento, me carga, puedo sentirlo temblando.

—¡James, ven! —imploro con el labio inferior tembloroso y papá me abraza con fuerza.

Él niega con pesar, lo único que puedo vislumbrar en la oscuridad son sus ojos, tan azules como las mismas estrellas allá en el firmamento, que palpitan lumínicas en sincronía con el universo.

—James debe quedarse, princesa.

Entonces abruptamente despierto, mi corazón me aporrea las costillas y las siento expandirse y contraerse con cada pesada inhalación. Aún me siento desorientada por el sutil estado de turbación que envuelve mi adormilado cuerpo.

Intento esparcir aquellos pensamientos y los reprimo en mi inconsciente.

Respiro profundamente y la dulzona fragancia a vainilla y cereza de mis velas aromáticas, pronto me indican que me encuentro en casa, a salvo en la seguridad de mi hogar.

Rutinariamente comienzo a enumerar. Papá me enseñó a enlistar tres cosas que me hicieran feliz antes de salir de la cama y enfrentarme al mundo, aquel tipo de cosas capaces de encender tu sonrisa y drenar tu tristeza.

1.Caramelos, las gomitas, paletas, cualquier cosa que pueda endulzar tu corazón.

2.Las luces, de cualquier tipo, no importa, pero sobre todo las que desprendían las estrellas.

3.Gatitos. ¡son tan adorables! ¿Cómo no amarlos?

El cincuenta por ciento de mi mente todavía se encuentra inmersa en una nebulosa de ensoñación y el otro porcentaje intenta discernir su realidad.