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No podía moverse ni abrir los ojos, volvía en sí a ratos pero enseguida perdía la consciencia de nuevo: voces, puertas abriéndose, gritos, silencio de nuevo; y vuelta a empezar: voces, destellos de luz que podía notar a través de sus párpados, movimiento, oscuridad y silencio. No sabía cuanto tiempo llevaba así pero no podía hacer nada más, aunque se esforzara en abrir los ojos o mover aunque fuera un dedo, era incapaz y aquello empezaba a angustiarle. ¿Estaba muerto? ¿Se encontraba en el limbo o en una especie de bucle que viviría una y otra vez por el resto de la eternidad? No pudo pensar mucho más en ello porque volvió a perder la consciencia.

Pero entonces algo cambió esta vez, abrió los ojos, se encontraba en su celda de siempre y al mirar hacia la puerta pudo ver a Gus y a Manolo entrando - ¡chicos! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué seguís aquí? - ninguno de los dos lo miró ni contestó, era como si no lo vieran, a pesar de que Greco insistió con gritos no recibió ninguna respuesta, entonces intentó tocar a Gus pero rápidamente entró en pánico al darse cuenta como su mano lo atravesaba, no podía ser, ¿había muerto? - No, no, no, no... - aquello era demasiado, quería morir, pero no para quedarse en aquel lugar estancado, sino para desaparecer, dejar de existir sin más, los nervios aumentaban junto a su desesperación, empezó a gritar más fuerte aún pero no sirvió de nada, por lo que terminó por sentarse en una esquina abrazando sus propias piernas y escondiendo su cara en ellas mientras lloraba.

- Greco, cariño, tranquilízate, ya estoy aquí - al escuchar aquella voz su cuerpo se estremeció, no podía ser, era la voz de su madre.

Levantó la mirada rápidamente y al verla frente a él sus ojos se abrieron como platos - ¡Mamá! No puede ser... - la mujer sonrió y asintió, lo que hizo que el moreno al fin reaccionara y se pusiera en pie para abrazarla, era tal y como recordaba, su tacto, su olor, su voz... - ¿Cómo has llegado aquí?

- Hemos venido a verte, necesitabas ayuda y para eso está la familia - contestó con dulzura y tranquilidad transmitiendo paz a Greco.

- ¿Hemos? - La miró confundido y ella solo asintió y se apartó dejando ver a su padre y a su hermana, al verla no pudo evitar volver a echarse a llorar desconsoladamente - lo siento, lo siento de verdad, es mi culpa que te hayan hecho eso, he hecho todo mal, ahora yo estoy encerrado y tú estás... - la niña habló antes de que Greco pudiera terminar.

- No es tu culpa, tu hiciste todo lo posible por salvarme, no has hecho nada malo Greco - se acercó a él y se abrazaron con fuerza hasta que el moreno empezó a calmarse.

- Greco siento mucho todo esto, no sabíamos que esto iba a llegar tan lejos, no queríamos haceros daño a tu hermana y a ti, todo esto es culpa nuestra no tuya - esta vez fue el padre el que habló, se acercó a él y lo abrazó también.

- Ya no importa nada, estoy con vosotros, todo está bien así - sonrió feliz al reencontrarse con su familia, si así era la muerte, no le parecía tan mal lugar después de todo.

- No cariño, tu debes volver - contestó la mujer mientras colocaba una mano en su cara y la acariciaba suavemente sonriendo al tocar su barba - como has crecido... - susurró más para si misma que para su hijo.

- No quiero volver, quiero quedarme aquí con vosotros, lo que me queda de vida es para estar encerrado en una prisión, prefiero estar aquí - frunció el ceño y apretó la mano de su hermana que tras el abrazo se quedó con sus dedos entrelazados con los de su hermano.

- No puedes Greco, la muerte aún no te reclama, te queda vida, tienes que volver - repitió su padre, mirándolo apenado.

- No es justo, no quiero, me niego a volver - cuanto más seguro lo decía, más ligero se volvía su cuerpo, lo que hizo que todos los miraran preocupados.

La Cárcel - Grecabo (SpainRP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora